La situación en Ucrania refleja un profundo cansancio de la población tras más de dos años de conflicto, acompañado de un clima de desconfianza respecto a los líderes internacionales involucrados en la guerra. Según datos del centro demoscópico Rating recogidos en mayo de 2025, un 74% de los encuestados se muestra a favor de una tregua temporal con Rusia, aunque la mayoría considera que las hostilidades persistirán porque el presidente ruso, Vladímir Putin, mantiene una postura de confrontación sin intención de cesar su ofensiva.
La opinión sobre Putin es especialmente crítica entre los ucranianos. Una parte significativa de la ciudadanía opina que el conflicto no terminará mientras el mandatario ruso mantenga el poder, y para muchos, la única resolución posible sería la desaparición de uno de los dos países enfrentados. Además, la reticencia a ceder ante las demandas rusas es perceptible, pero hay voces como la del jubilado Mikola Siruk que sostienen que algunos aceptarían poner fin a la guerra cediendo territorios, siempre y cuando no se reconozca la soberanía rusa sobre esas áreas.
El rechazo hacia Donald Trump también ha crecido en las últimas semanas, después de que el actual presidente estadounidense mostrara dudas respecto a la continuidad de la asistencia militar que su antecesor, Joe Biden, había garantizado. De acuerdo con una encuesta realizada en marzo por el Instituto Internacional de Sociología de Kiev, el 82% de los ucranianos se manifiesta a favor de continuar la defensa militar del país incluso en el supuesto de que se suspenda la ayuda de EE. UU., lo que indica una firme voluntad de resistencia aun sin respaldo internacional pleno.
La movilización militar en Ucrania atraviesa serias dificultades. Hombres en edad de servicio evitan el reclutamiento por miedo a ir al frente o mediante el pago de sobornos, que alcanzan los 5.000 euros, fenómeno que ha tomado fuerza bajo la actual ley marcial que impide salir del país hasta los 60 años. Este obstáculo se suma a la salida de más de seis millones de ucranianos desde el inicio de la invasión, migración compuesta principalmente por mujeres, niños y sectores de la clase media con recursos para emigrar, mientras permanecen quienes carecen de medios para abandonar el país.
El drama de los prisioneros de guerra añade otra carga al panorama social. Casos como el de Valentina Ruchka, quien espera noticias de su hijo Maksim desaparecido desde diciembre de 2024, son representativos de la angustia y la incertidumbre extendidas entre los ciudadanos.
Finalmente, la falta de confianza en el apoyo internacional, el desgaste de la sociedad y la complejidad de la situación militar están redefiniendo el ánimo y las prioridades del pueblo ucraniano, que según recogen las encuestas y testimonios, rechaza tanto las propuestas de acuerdo bajo las condiciones actuales como las vías de solución impulsadas por potencias extranjeras. La mayoría coincide en que no existe más alternativa que resistir mientras el conflicto y las amenazas estratégicas de Rusia persistan.