El 8 de septiembre de 2023 marcó el primer aniversario del fallecimiento de la Reina Isabel II, un evento que sin duda ha dejado una huella indeleble en la nación británica y en la monarquía. La Reina, que reinó durante un período sin precedentes de 70 años, fue una figura amada y acumuló décadas de buena voluntad. Su hijo, Carlos, ha asumido el trono en un contexto que ha sido cualquier cosa menos sencillo, navegando a través de la pérdida, el escrutinio público y los desafíos que la modernidad plantea a una institución tan arraigada y tradicional.
La transición de poder y la sucesión al trono no han estado exentas de controversia y desafíos. Desde encuentros con manifestantes anti-royals hasta cuestionamientos sobre la relevancia y la función de la monarquía en la sociedad contemporánea, Carlos ha enfrentado una serie de pruebas en su primer año como rey. A pesar de los incidentes, incluyendo un hombre que lanzó huevos al rey y las manifestaciones en el día de su coronación, Carlos ha sido elogiado por su desempeño y ha mostrado una dedicación continua a sus deberes reales.
Sin embargo, la monarquía se enfrenta a un dilema significativo en términos de percepción pública y apoyo. Las encuestas han mostrado un apoyo decreciente para la monarquía, con una reciente encuesta mostrando una caída del 5% en el apoyo a la institución y un 40% de aquellos entre 18 y 24 años expresando una preferencia por un jefe de estado elegido. Este cambio en la actitud pública, especialmente entre los jóvenes, plantea preguntas sobre el futuro de la monarquía y cómo puede adaptarse a las cambiantes mareas de la opinión pública y la política.