Las próximas elecciones en El Salvador se perfilan como un momento decisivo en la historia política del país, con el presidente Nayib Bukele y su partido, Nuevas Ideas, encaminados hacia una victoria contundente. Este posible triunfo no solo reafirmaría el apoyo popular hacia Bukele, sino que también marcaría una consolidación de poder que ha generado preocupaciones tanto a nivel nacional como internacional. Bukele, conocido por su imagen de milénial y su uso intensivo de las redes sociales, ha sido acusado de encarcelar a miles de personas inocentes, suspender libertades civiles y militarizar las calles, medidas que, según él, son necesarias para combatir las pandillas y mejorar la seguridad.
A pesar de las críticas por sus tácticas autoritarias, las encuestas muestran que una mayoría de salvadoreños respalda a Bukele, valorando los resultados obtenidos en la lucha contra las pandillas sobre las preocupaciones democráticas. Este apoyo se ve reflejado en la expectativa de una victoria electoral que le daría control sobre todos los sectores del gobierno, un escenario que ha llevado a comparaciones con otros líderes autoritarios globales que han mantenido el poder a pesar de las acusaciones de socavar las bases democráticas.

La popularidad de Bukele se basa en gran medida en su éxito al reducir la violencia de las pandillas, un logro que ha transformado la vida cotidiana de muchos salvadoreños. La estrategia de seguridad de Bukele, aunque controvertida, ha resultado en una disminución significativa de los homicidios y ha mejorado la percepción de seguridad en el país, un cambio bienvenido por ciudadanos que vivieron bajo el terror de las pandillas durante décadas.