Los estudios realizados por la Universidad de Glasgow, publicados en el periódico BMC Medicine, han arrojado luz sobre la conexión entre la soledad, el aislamiento social y el aumento en el riesgo de muerte prematura. Utilizando datos del estudio UK Biobank, que rastrea la salud y genética de adultos en el Reino Unido, los investigadores analizaron cinco tipos diferentes de conexión social reportados por 458,146 personas, con un seguimiento promedio de 12.6 años. Descubrieron que cada forma de aislamiento social, como vivir solo, sentirse frecuentemente solo o recibir visitas infrecuentes de amigos o familiares, estaba vinculada a un mayor riesgo de muerte.
Las personas que nunca eran visitadas por amigos o familiares tenían un 53% más de riesgo de morir por enfermedades cardiovasculares y un 39% más de riesgo de muerte en comparación con aquellos que recibían visitas diarias. Aquellos que vivían solos tenían un 48% más de riesgo de morir por enfermedades cardiovasculares. No poder confiar en alguien o participar en actividades también aumentaba el riesgo de mortalidad.
Las personas que experimentaban más de una forma de aislamiento social tenían un riesgo aún mayor. Aquellos que vivían solos y nunca veían a amigos o familiares tenían un 77% más de riesgo de morir por cualquier causa y un riesgo aún mayor de morir por enfermedades cardíacas o accidentes cerebrovasculares, en comparación con aquellos que vivían con alguien y veían a amigos o familiares diariamente. Sin embargo, incluso las visitas mensuales podrían reducir este riesgo, concluyeron los investigadores.