La contaminación de los suelos agrícolas por metales tóxicos alcanza niveles preocupantes en todo el planeta, según un estudio publicado en la revista Science, que analizó datos de más de 82,000 estudios y casi 800,000 puntos de muestreo en zonas habitadas del mundo. El análisis estima que entre el 14% y el 17% de las tierras agrícolas, equivalentes a 242 millones de hectáreas, superan los límites recomendados de concentración de al menos uno de siete metales analizados: arsénico, cadmio, cromo, cobalto, cobre, níquel y plomo.
La investigación señala que entre 900 y 1,400 millones de personas, es decir, entre el 11% y el 18% de la población global, residen en zonas con suelos agrícolas contaminados. El cadmio aparece como el metal más frecuente, con tasas de excedencia del 9%, seguido de níquel (5.8%) y cromo (3.2%). Las tasas de presencia elevada de arsénico y cobalto se sitúan en el 1.1%. A nivel regional, el problema se acentúa en China, donde el 19% de las tierras agrícolas muestran concentraciones elevadas, principalmente por causas derivadas de la actividad humana. En Europa, el 28% de los suelos del continente superan los niveles permisibles de al menos uno de estos metales, aunque la cifra incluye tanto áreas agrícolas como no agrícolas.
Para la elaboración del mapa global, los investigadores emplearon técnicas avanzadas de aprendizaje automático a fin de modelar y estimar la distribución e intensidad de la contaminación. Los factores principales asociados a la presencia de metales tóxicos son las condiciones climáticas, la topografía, la minería y la irrigación agrícola. El estudio identifica la minería y la utilización de fertilizantes fosfatados ricos en cadmio como principales fuentes antropogénicas de contaminación, además de reconocer la influencia geológica natural en ciertas regiones.
En su análisis espacial, el estudio resalta la existencia de un corredor de grave contaminación que se extiende desde el norte de Italia hasta el sureste de China, cruzando Grecia, Anatolia, Oriente Medio, Irán, Pakistán, y el norte y centro de la India, áreas donde florecieron antiguas civilizaciones y persistieron actividades industriales y agrícolas durante siglos. Este patrón apunta a un efecto acumulativo ligado al legado humano y a actividades industriales e históricas.
En cuanto a su impacto en la salud pública, la exposición crónica a metales como el plomo representa riesgos graves, especialmente para los niños, pues puede causar daños irreversibles en el desarrollo neurológico. El informe enfatiza la urgencia de establecer límites regulatorios más claros para la concentración de metales en suelos y alimentos, dada la capacidad de acumulación de estos elementos tóxicos a lo largo del tiempo.
El trabajo concluye que la contaminación de los suelos agrícolas por metales tóxicos constituye una amenaza significativa para la agricultura y la salud humana a escala mundial, lo que exige intervenciones inmediatas y la implementación de estándares internacionales más estrictos para garantizar la seguridad alimentaria y ambiental.