Ciencia

Detectan posible señal de vida extraterrestre en exoplaneta a 120 años luz: hallan molécula asociada a organismos vivos

Astrónomos han identificado una señal química en la atmósfera de K2-18b, un planeta situado a 120 años luz de la Tierra, que podría indicar la existencia de vida. El hallazgo, registrado mediante el telescopio espacial James Webb, ha generado expectativas en la comunidad científica, aunque se requieren más investigaciones para confirmar la habitabilidad o presencia de organismos en este mundo distante.

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Detectan posible señal de vida extraterrestre en exoplaneta a 120 años luz: hallan molécula asociada a organismos vivos

Astrónomos han identificado una señal química en la atmósfera de K2-18b, un planeta situado a 120 años luz de la Tierra, que podría indicar la existencia de vida. El hallazgo, registrado mediante el telescopio espacial James Webb, ha generado expectativas en la comunidad científica, aunque se requieren más investigaciones para confirmar la habitabilidad o presencia de organismos en este mundo distante.

“A nadie le conviene afirmar prematuramente que hemos detectado vida”

– Afirmó Nikku Madhusudhan, astrónomo de la Universidad de Cambridge y autor principal del estudio.

17/4/2025

El equipo liderado por Nikku Madhusudhan anunció la detección de una posible biofirma en la atmósfera del exoplaneta K2-18b, un mundo que orbita una estrella situada a 120 años luz de la Tierra. El estudio, publicado en la revista Astrophysical Journal Letters, analizó la composición atmosférica del planeta usando instrumentos a bordo del telescopio espacial James Webb, lanzado en diciembre de 2021.

K2-18b fue descubierto en 2017 por astrónomos canadienses usando telescopios terrestres en Chile. Se clasifica como subNeptuno, un tipo de planeta de tamaño intermedio entre los planetas rocosos como la Tierra y los gigantes gaseosos como Neptuno. Las investigaciones han sugerido que los subneptunos como K2-18b podrían estar cubiertos por océanos calientes y tener atmósferas ricas en hidrógeno, metano y otros compuestos de carbono. Para estos mundos exóticos, el término "Hycean" —combinando ‘hidrógeno’ y ‘océano’— fue acuñado por el propio Dr. Madhusudhan y su equipo en 2021.

El análisis espectroscópico de la atmósfera de K2-18b reveló la presencia de múltiples moléculas que coinciden con las predicciones para un planeta Hycean, incluyendo una peculiar señal de sulfuro de dimetilo, compuesto de azufre, carbono e hidrógeno. En la Tierra, el sulfuro de dimetilo solo tiene una fuente conocida: organismos vivos, particularmente algas marinas. La señal fue posteriormente confirmada y adquirió mayor intensidad en una segunda observación, que también evidenció la molécula disulfuro de dimetilo. Según el equipo, los niveles detectados de sulfuro de dimetilo en K2-18b serían miles de veces superiores a los existentes en la atmósfera terrestre.


La presencia de esta molécula ha sido teorizada como una potencial biofirma desde hace años, ya que en la Tierra no puede ser producida en cantidades significativas por procesos abióticos conocidos. Sin embargo, los científicos sostienen que, pese a la solidez de la señal, no constituye una prueba definitiva de vida, ya que se desconocen los posibles procesos no biológicos en ambientes tan diferentes a los terrestres.

Al respecto, Matthew Nixon, científico planetario de la Universidad de Maryland, destacó que apenas se está comenzando a entender la naturaleza de estos mundos y que serán necesarios experimentos de laboratorio para reproducir las condiciones de los subneptunos y analizar el comportamiento del sulfuro de dimetilo fuera de la Tierra. Por su parte, Stephen Schmidt, de la Universidad Johns Hopkins, subrayó que el hallazgo debe considerarse una pista más que una evidencia concluyente de habitabilidad.

Christopher Glein, del Instituto de Investigación del Suroeste en San Antonio, expresó que sin una observación directa de formas de vida extraterrestre, el avance será necesariamente lento y cauteloso. En una publicación reciente, Glein y colaboradores propusieron una alternativa según la cual K2-18b podría ser una gran masa rocosa con un océano de magma y una densa atmósfera de hidrógeno, poco apta para la vida tal como se conoce.

A pesar de la incertidumbre, el hallazgo ha reavivado el interés por la búsqueda de biofirmas en exoplanetas gracias a telescopios como el James Webb. Sin embargo, esa investigación se enfrenta a restricciones presupuestarias: según reportes recientes, la administración del presidente Donald Trump contempla reducir a la mitad el financiamiento de la NASA destinado a nuevas misiones y proyectos de astrobiología, lo que comprometería la continuidad de estudios orientados a buscar vida fuera del sistema solar, advirtió la astrobióloga Joshua Krissansen-Totton de la Universidad de Washington.

El descubrimiento de K2-18b amplía los horizontes de la exploración exoplanetaria y evidencia el valor de los análisis espectroscópicos del James Webb. Las próximas observaciones y experimentos serán determinantes para esclarecer si el planeta posee las condiciones necesarias para albergar vida y si las huellas moleculares detectadas se deben a procesos biológicos o abióticos desconocidos hasta el momento.

Algo Curioso

“A nadie le conviene afirmar prematuramente que hemos detectado vida”

– Afirmó Nikku Madhusudhan, astrónomo de la Universidad de Cambridge y autor principal del estudio.

Apr 17, 2025
Colglobal News

El equipo liderado por Nikku Madhusudhan anunció la detección de una posible biofirma en la atmósfera del exoplaneta K2-18b, un mundo que orbita una estrella situada a 120 años luz de la Tierra. El estudio, publicado en la revista Astrophysical Journal Letters, analizó la composición atmosférica del planeta usando instrumentos a bordo del telescopio espacial James Webb, lanzado en diciembre de 2021.

K2-18b fue descubierto en 2017 por astrónomos canadienses usando telescopios terrestres en Chile. Se clasifica como subNeptuno, un tipo de planeta de tamaño intermedio entre los planetas rocosos como la Tierra y los gigantes gaseosos como Neptuno. Las investigaciones han sugerido que los subneptunos como K2-18b podrían estar cubiertos por océanos calientes y tener atmósferas ricas en hidrógeno, metano y otros compuestos de carbono. Para estos mundos exóticos, el término "Hycean" —combinando ‘hidrógeno’ y ‘océano’— fue acuñado por el propio Dr. Madhusudhan y su equipo en 2021.

El análisis espectroscópico de la atmósfera de K2-18b reveló la presencia de múltiples moléculas que coinciden con las predicciones para un planeta Hycean, incluyendo una peculiar señal de sulfuro de dimetilo, compuesto de azufre, carbono e hidrógeno. En la Tierra, el sulfuro de dimetilo solo tiene una fuente conocida: organismos vivos, particularmente algas marinas. La señal fue posteriormente confirmada y adquirió mayor intensidad en una segunda observación, que también evidenció la molécula disulfuro de dimetilo. Según el equipo, los niveles detectados de sulfuro de dimetilo en K2-18b serían miles de veces superiores a los existentes en la atmósfera terrestre.


La presencia de esta molécula ha sido teorizada como una potencial biofirma desde hace años, ya que en la Tierra no puede ser producida en cantidades significativas por procesos abióticos conocidos. Sin embargo, los científicos sostienen que, pese a la solidez de la señal, no constituye una prueba definitiva de vida, ya que se desconocen los posibles procesos no biológicos en ambientes tan diferentes a los terrestres.

Al respecto, Matthew Nixon, científico planetario de la Universidad de Maryland, destacó que apenas se está comenzando a entender la naturaleza de estos mundos y que serán necesarios experimentos de laboratorio para reproducir las condiciones de los subneptunos y analizar el comportamiento del sulfuro de dimetilo fuera de la Tierra. Por su parte, Stephen Schmidt, de la Universidad Johns Hopkins, subrayó que el hallazgo debe considerarse una pista más que una evidencia concluyente de habitabilidad.

Christopher Glein, del Instituto de Investigación del Suroeste en San Antonio, expresó que sin una observación directa de formas de vida extraterrestre, el avance será necesariamente lento y cauteloso. En una publicación reciente, Glein y colaboradores propusieron una alternativa según la cual K2-18b podría ser una gran masa rocosa con un océano de magma y una densa atmósfera de hidrógeno, poco apta para la vida tal como se conoce.

A pesar de la incertidumbre, el hallazgo ha reavivado el interés por la búsqueda de biofirmas en exoplanetas gracias a telescopios como el James Webb. Sin embargo, esa investigación se enfrenta a restricciones presupuestarias: según reportes recientes, la administración del presidente Donald Trump contempla reducir a la mitad el financiamiento de la NASA destinado a nuevas misiones y proyectos de astrobiología, lo que comprometería la continuidad de estudios orientados a buscar vida fuera del sistema solar, advirtió la astrobióloga Joshua Krissansen-Totton de la Universidad de Washington.

El descubrimiento de K2-18b amplía los horizontes de la exploración exoplanetaria y evidencia el valor de los análisis espectroscópicos del James Webb. Las próximas observaciones y experimentos serán determinantes para esclarecer si el planeta posee las condiciones necesarias para albergar vida y si las huellas moleculares detectadas se deben a procesos biológicos o abióticos desconocidos hasta el momento.

El equipo liderado por Nikku Madhusudhan anunció la detección de una posible biofirma en la atmósfera del exoplaneta K2-18b, un mundo que orbita una estrella situada a 120 años luz de la Tierra. El estudio, publicado en la revista Astrophysical Journal Letters, analizó la composición atmosférica del planeta usando instrumentos a bordo del telescopio espacial James Webb, lanzado en diciembre de 2021.

K2-18b fue descubierto en 2017 por astrónomos canadienses usando telescopios terrestres en Chile. Se clasifica como subNeptuno, un tipo de planeta de tamaño intermedio entre los planetas rocosos como la Tierra y los gigantes gaseosos como Neptuno. Las investigaciones han sugerido que los subneptunos como K2-18b podrían estar cubiertos por océanos calientes y tener atmósferas ricas en hidrógeno, metano y otros compuestos de carbono. Para estos mundos exóticos, el término "Hycean" —combinando ‘hidrógeno’ y ‘océano’— fue acuñado por el propio Dr. Madhusudhan y su equipo en 2021.

El análisis espectroscópico de la atmósfera de K2-18b reveló la presencia de múltiples moléculas que coinciden con las predicciones para un planeta Hycean, incluyendo una peculiar señal de sulfuro de dimetilo, compuesto de azufre, carbono e hidrógeno. En la Tierra, el sulfuro de dimetilo solo tiene una fuente conocida: organismos vivos, particularmente algas marinas. La señal fue posteriormente confirmada y adquirió mayor intensidad en una segunda observación, que también evidenció la molécula disulfuro de dimetilo. Según el equipo, los niveles detectados de sulfuro de dimetilo en K2-18b serían miles de veces superiores a los existentes en la atmósfera terrestre.


La presencia de esta molécula ha sido teorizada como una potencial biofirma desde hace años, ya que en la Tierra no puede ser producida en cantidades significativas por procesos abióticos conocidos. Sin embargo, los científicos sostienen que, pese a la solidez de la señal, no constituye una prueba definitiva de vida, ya que se desconocen los posibles procesos no biológicos en ambientes tan diferentes a los terrestres.

Al respecto, Matthew Nixon, científico planetario de la Universidad de Maryland, destacó que apenas se está comenzando a entender la naturaleza de estos mundos y que serán necesarios experimentos de laboratorio para reproducir las condiciones de los subneptunos y analizar el comportamiento del sulfuro de dimetilo fuera de la Tierra. Por su parte, Stephen Schmidt, de la Universidad Johns Hopkins, subrayó que el hallazgo debe considerarse una pista más que una evidencia concluyente de habitabilidad.

Christopher Glein, del Instituto de Investigación del Suroeste en San Antonio, expresó que sin una observación directa de formas de vida extraterrestre, el avance será necesariamente lento y cauteloso. En una publicación reciente, Glein y colaboradores propusieron una alternativa según la cual K2-18b podría ser una gran masa rocosa con un océano de magma y una densa atmósfera de hidrógeno, poco apta para la vida tal como se conoce.

A pesar de la incertidumbre, el hallazgo ha reavivado el interés por la búsqueda de biofirmas en exoplanetas gracias a telescopios como el James Webb. Sin embargo, esa investigación se enfrenta a restricciones presupuestarias: según reportes recientes, la administración del presidente Donald Trump contempla reducir a la mitad el financiamiento de la NASA destinado a nuevas misiones y proyectos de astrobiología, lo que comprometería la continuidad de estudios orientados a buscar vida fuera del sistema solar, advirtió la astrobióloga Joshua Krissansen-Totton de la Universidad de Washington.

El descubrimiento de K2-18b amplía los horizontes de la exploración exoplanetaria y evidencia el valor de los análisis espectroscópicos del James Webb. Las próximas observaciones y experimentos serán determinantes para esclarecer si el planeta posee las condiciones necesarias para albergar vida y si las huellas moleculares detectadas se deben a procesos biológicos o abióticos desconocidos hasta el momento.

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