El caso de Karen Keegan es uno de los más notables y raros ejemplos de quimerismo en humanos, un fenómeno donde una persona posee dos secuencias de ADN distintas. Karen nació en Estados Unidos en 1952 y, en 2002, se sometió a una prueba de sangre rutinaria antes de un trasplante de riñón, donde los médicos descubrieron que tenía dos conjuntos de ADN. Esta condición, conocida como quimerismo tetragamético, surge cuando dos huevos fertilizados, cada uno con su propio conjunto genético, se fusionan durante las primeras etapas del desarrollo embrionario para formar un solo individuo.
La investigación reveló que las células de Karen contenían una mezcla de dos perfiles genéticos, lo que indica la fusión de dos cigotos separados en el útero. Este hallazgo desafía la comprensión tradicional de que la identidad humana está determinada únicamente por nuestro ADN. La presencia de dos perfiles genéticos distintos en Karen plantea preguntas intrigantes sobre la influencia de la genética en la identidad personal. Aunque el ADN sirve como plano para nuestros rasgos y características biológicas, el caso de Karen subraya la complejidad y flexibilidad de la expresión genética.
El biólogo Alfonso Martínez Arias destaca la importancia de las células en la conformación de la individualidad, argumentando que los genes proporcionan las herramientas y materiales para que las células construyan y moldeen las formas de vida. En el caso de Karen, la fusión de dos embriones resultó en un patrón genético único que desafía el determinismo genético tradicional. Este fenómeno subraya la naturaleza dinámica y adaptativa de las interacciones celulares en la conformación de la identidad humana, cuestionando la visión simplista de que los genes dictan nuestra individualidad.