El 6 de mayo de 2025, en respuesta a la muerte de 26 turistas hindúes en Cachemira, India realizó una ofensiva con misiles dirigida, según el gobierno de Nueva Delhi, a nueve blancos clasificados como “infraestructura terrorista” en territorio pakistaní. La acción, denominada “Operación Sindoor” por las autoridades indias, estuvo enfocada en al menos dos objetivos en la región de Cachemira bajo administración paquistaní y cinco ubicaciones adicionales en la provincia pakistaní de Punjab oriental.
El ministro de Defensa de Pakistán, Khawaja Asif, reportó que los misiles impactaron en no menos de siete áreas civiles, causando la muerte de tres personas y dejando 12 heridos, además de señalar que todos los sitios dañados correspondían a zonas habitadas y desafiando públicamente a los medios a verificar la presencia de terroristas en las áreas atacadas. India, por su parte, insistió en que los ataques fueron “enfocados, medidos y no escalatorios” y aseguró que ninguna instalación militar pakistaní fue atacada.
El primer ministro pakistaní, Shehbaz Sharif, calificó la acción india como un “acto de guerra” y afirmó el derecho de su país a responder con fuerza. El teniente general Ahmed Sharif Chaudhry, portavoz militar de Pakistán, tildó la ofensiva de “provocación atroz”, asegurando que la respuesta se dará “en el momento de nuestra elección”.
El incidente ocurre en medio de un ambiente de hostilidad creciente. Desde el 24 de abril de 2025, ambos países han intercambiado fuego en la línea de control, intensificándose las tensiones a pesar de los llamados internacionales a la contención. Ante la situación, un portavoz de la ONU instó a ambas naciones a ejercer la máxima moderación para evitar una escalada mayor.
Durante la misma jornada de los ataques, India denunció a Pakistán por utilizar artillería en la zona de Bhimber Gali, lo cual consideró una violación adicional al acuerdo de alto al fuego vigente.
El impacto directo en la población civil fue evidente en Muzaffarabad, la capital de Cachemira administrada por Pakistán, donde testigos relataron fuertes explosiones y apagones. Imágenes difundidas en redes sociales mostraron escenas de caos, incluyendo la fotografía de un menor fallecido y un adulto gravemente herido.
Las relaciones indo-paquistaníes, marcadas desde 1947 por múltiples conflictos y desacuerdos sobre la soberanía en Cachemira, entran nuevamente en una fase crítica tras este último episodio bélico, agravando la preocupación internacional ante la posibilidad de un conflicto de mayores proporciones entre dos países dotados de armamento nuclear.