El regreso de Israel a la guerra en Gaza ha generado una ola de reacciones internas y divisiones en la sociedad israelí. Más de 250 exagentes del Mossad, incluidos tres exjefes, han cuestionado abiertamente las estrategias del primer ministro Benjamin Netanyahu. A través de una carta, exponen su frustración por la falta de avances en la recuperación de los rehenes capturados por Hamas en octubre de 2023 y acusan al gobierno de anteponer intereses políticos y personales a los de seguridad nacional.
En este contexto, los críticos destacan que 24 de los 58 rehenes aún en poder de Hamas podrían estar vivos, subrayando la necesidad de enfocar los esfuerzos en su rescate. Un grupo de veteranos de la fuerza aérea y otros reservistas fue quien inició esta carta, exigiendo que el retorno de los rehenes sea prioritario frente a las operaciones militares en Gaza que se intensificaron tras el colapso del alto el fuego en marzo.
Los firmantes acusan a Netanyahu de ceder a las presiones de partidos de extrema derecha dentro de su coalición gubernamental, los cuales amenazan con desestabilizar su gobierno si no se procede con la erradicación total de Hamas. En respuesta a estas críticas, Netanyahu calificó a los autores de la carta como un "grupo extremo que intenta romper la sociedad israelí desde dentro" y tomó medidas ordenando la destitución de los reservistas activos que la firmaron.
Por otro lado, este descontento no se limita a los exagentes del Mossad. Miembros de la Unidad 8200, la mayor unidad de inteligencia militar de Israel, junto con cientos de doctores reservistas, han manifestado su apoyo a la iniciativa. En conjunto, más de 1,500 soldados y exsoldados han firmado un comunicado exigiendo un alto al fuego inmediato, argumentando que su experiencia militar pone en duda los beneficios de continuar con las operaciones.
En paralelo a estas tensiones, se desarrollan negociaciones en El Cairo mediadas por Qatar, Egipto y Estados Unidos. Según informes, Israel ha propuesto liberar a 10 rehenes a cambio de un alto el fuego de 45 días, la suspensión del bloqueo de ayuda a Gaza y la retirada de las Fuerzas de Defensa de Israel (IDF) de las áreas ocupadas desde marzo. Por su parte, un representante de Hamas declaró que la liberación del total de rehenes israelíes podría ser negociada bajo términos que incluyan un intercambio de prisioneros, el fin de la guerra y la retirada de las tropas israelíes, pero descartó la desmilitarización del grupo.
Mientras tanto, las familias de los rehenes han intensificado su presión sobre el gobierno israelí. Las protestas frente a la casa del ministro Ron Dermer, responsable de las negociaciones, condujeron al arresto de cinco personas. Los manifestantes acusan a Dermer de retrasar las conversaciones por motivos políticos, en línea con las críticas al liderazgo de Netanyahu.
El impasse refleja las crecientes contradicciones internas en una sociedad que enfrenta tanto una crisis humanitaria como severos desafíos políticos y de seguridad. El desenlace de estas protestas y negociaciones definirá el futuro curso de la guerra en Gaza.
La Unidad 8200, mencionada entre los grupos que apoyan la carta de crítica al gobierno, es conocida por ser la unidad de inteligencia militar más grande de Israel, desempeñando un papel estratégico en ciberseguridad y operaciones de inteligencia.