Tras la muerte del Papa Francisco, ocurrida después de 12 años de pontificado, el Vaticano se prepara para un cónclave que definirá la ruta de la Iglesia Católica. De los más de 250 cardenales existentes, solamente 135 podrán participar en la elección del nuevo papa, de acuerdo con la normativa que excluye del voto a los miembros mayores de 80 años. De esos 135 elegibles, aproximadamente 110 fueron nombrados por Francisco, evidenciando el peso de su legado personal en la conformación del grupo de votantes.
El perfil del colegio elector es diverso, con representantes tanto de posturas progresistas como conservadoras. Entre los elegibles destaca el cardenal alemán Gerhard Ludwig Müller, conocido por sus desacuerdos con el extinto pontífice, especialmente por su rechazo a temas como la bendición de parejas del mismo sexo. Otros posibles sucesores que se mencionan son los cardenales conservadores Raymond Burke y Robert Sarah, reconocidos por sus críticas abiertas a Francisco.
Durante su papado, Francisco impulsó una agenda enfocada en la compasión y la tolerancia, abordando problemáticas como la pobreza, el capitalismo, el cambio climático y la migración, lo que agudizó las tensiones con sectores tradicionales. La controversia se intensificó con el cambio de postura de la Iglesia respecto a los católicos divorciados que contrajeron nuevas nupcias, lo que le valió acusaciones de herejía por parte de clérigos conservadores. Francisco también dedicó comentarios críticos a sus detractores, señalando que los hábitos clericales pueden ocultar conflictos internos.
Las divisiones internas del Vaticano han persistido durante el papado de Francisco y después de la muerte de figuras relevantes como Benedicto XVI en diciembre de 2022 y el cardenal George Pell en enero de 2023. Además, el contexto político mundial, incluida la influencia del presidente Donald Trump y el auge de movimientos nacionalistas, es considerado un factor de posible impacto en la toma de decisiones durante el cónclave.
La elección se llevará a cabo en la Capilla Sixtina, entre 15 y 20 días después del deceso de Francisco. Durante el proceso, los cardenales permanecerán aislados en la Casa Santa Marta sin contacto con el exterior hasta la conclusión de la votación. El resultado del cónclave se considera determinante para el futuro de la Iglesia Católica, dada la magnitud de las divisiones existentes al interior de su jerarquía.