El análisis detalla que el 75% de las muertes relacionadas con el calor en las últimas dos décadas en México corresponden a personas menores de 35 años. De continuar las tendencias actuales de emisiones de gases de efecto invernadero, se estima un aumento del 32% en estas muertes para finales de siglo.
Los niños menores de 4 años y los jóvenes adultos de 18 a 35 años son los grupos más afectados por el calor extremo. El estudio destaca que el 87% de los años de vida perdidos por el calor se atribuyen a personas menores de 35 años. Estos jóvenes son particularmente vulnerables debido a condiciones fisiológicas y ocupacionales. Por ejemplo, los bebés dependen de sus cuidadores para regular su temperatura corporal, mientras que muchos jóvenes adultos trabajan al aire libre en ocupaciones como la agricultura y la construcción, incrementando su exposición al calor extremo.
El análisis utilizó datos de temperatura de bulbo húmedo, que mide la temperatura y la humedad para evaluar el estrés térmico. Se encontró que cuando la temperatura de bulbo húmedo supera los 35°C, la supervivencia se vuelve insostenible. La alta humedad dificulta la evaporación del sudor, impidiendo que el cuerpo se enfríe adecuadamente y aumentando el riesgo de golpe de calor.
Las proyecciones indican que las muertes relacionadas con el calor aumentarán en regiones que ya son cálidas, mientras que las muertes por frío disminuirán. Sin embargo, el cambio climático redistribuirá la carga de mortalidad de los ancianos a los jóvenes. En el escenario de emisiones SSP 3–7.0, se proyecta un aumento del 32% en las muertes relacionadas con el calor entre los menores de 35 años y una disminución del 33% en otros grupos de edad.
Entre 1998 y 2019, se registraron 13.4 millones de muertes en México. El análisis muestra que el 75% de las muertes por calor ocurrieron en personas menores de 35 años. Por otro lado, la mortalidad por frío es significativamente más alta en personas mayores, con un 98% de las muertes relacionadas con el frío en individuos de 35 años o más.
Estos datos subrayan la necesidad inmediata de abordar los riesgos del calor extremo, especialmente para los jóvenes, y de implementar políticas eficaces que protejan a esta población vulnerable. La reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero es fundamental para mitigar estos efectos adversos del cambio climático.