EconomÍa

Apple enfrenta riesgos ante su dependencia sin precedentes de China y el impacto de los nuevos aranceles de Trump

Apple, la empresa tecnológicamente más influyente y valiosa del mundo, mantiene una dependencia estructural de proveedores y ventas en China, lo que la expone a riesgos económicos significativos frente a las crecientes tensiones comerciales y las políticas arancelarias impuestas por la administración Trump.

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Apple enfrenta riesgos ante su dependencia sin precedentes de China y el impacto de los nuevos aranceles de Trump

Apple, la empresa tecnológicamente más influyente y valiosa del mundo, mantiene una dependencia estructural de proveedores y ventas en China, lo que la expone a riesgos económicos significativos frente a las crecientes tensiones comerciales y las políticas arancelarias impuestas por la administración Trump.

"Son la empresa que corre mayor riesgo en un colapso total de Estados Unidos y China"

– Advirtió David Yoffie, profesor de la Escuela de Negocios de Harvard.

5/5/2025

Apple ha forjado durante décadas vínculos industriales y comerciales profundos con China, donde el 80% de los iPhones se siguen fabricando, a pesar de los esfuerzos por diversificar su cadena de suministro hacia India, Vietnam y Tailandia. Antes de que Donald Trump llegara a la presidencia, Apple y sus socios ya habían levantado extensas plantas de ensamblaje en territorio chino. Estos lazos se mantienen casi inalterados tras años de presión política para que la producción se trasladase a Estados Unidos, donde prácticamente no se manufacturan dispositivos de la marca.


Una ruptura sustancial de las relaciones comerciales entre Estados Unidos y China tendría consecuencias directas y masivas para Apple. Según estimaciones de Gene Munster, socio director de Deepwater Asset Management, la cotización de la firma caería de 3,2 billones a 1,6 billones de dólares si se interrumpieran los vínculos productivos con China. La situación se agravaría hasta los 1,2 billones de dólares en caso de perder acceso al mercado chino, que reporta 67.000 millones de dólares en ventas anuales. Apple representa el 6% del índice S&P 500, por lo que un desplome bursátil afectaría a millones de inversionistas y a los titulares de planes de pensión en EE. UU.


Recientemente, el presidente Trump impuso un impuesto del 145% a las importaciones chinas. En los cuatro días posteriores al anuncio, Apple perdió 770.000 millones de dólares en capitalización bursátil, aunque recuperó parte tras una prórroga temporal que exime a los fabricantes de electrónica de consumo, incluida Apple, del nuevo arancel. Wall Street espera que las ventas trimestrales de Apple hayan crecido un 4%, impulsadas por la compra anticipada de iPhones antes de la entrada en vigor de los impuestos.


El negocio de Apple en China no solo se basa en la manufactura, sino también en la experiencia industrial local. Los proveedores chinos reúnen hasta 200.000 empleados en cadenas de montaje, apoyados por miles de ingenieros, cifras imposibles de emular en Estados Unidos, según el analista Wayne Lam, de TechInsights. Añade que trasladar la producción implicaría aumentar el precio del iPhone a 2.000 dólares para mantener los márgenes actuales, frente a los 1.000 dólares actuales; con mejoras operativas, el precio podría estabilizarse en 1.500 dólares.


Pese a algunos movimientos de diversificación, como la fabricación del 20% de iPhones en India, Apple sigue dependiendo de proveedores chinos para componentes fundamentales. En la actualidad, la compañía también produce en India estructuras metálicas, pero ensambla pantallas y otras piezas complejas fuera de ese país. En Vietnam, los socios de Apple manufacturan partes de dispositivos y AirPods.


La presión de la administración Trump para forzar la manufactura en EE. UU. es considerada inviable a corto plazo por expertos como Matthew Moore, exgerente de diseño de fabricación de Apple. Moore señala que para atraer nuevas plantas al país, sería necesaria una inversión sustancial en educación en ciencia y tecnología, así como mecanismos de financiamiento similares a los de Fannie Mae y Freddie Mac en el sector vivienda. Moore considera, además, que el proceso de relocalizar la producción de iPhones en EE. UU. tomaría por lo menos una década.


A raíz de las recientes políticas arancelarias, Tim Cook, CEO de Apple, donó un millón de dólares a la investidura de Trump y logró una exención temporal para los dispositivos electrónicos, aunque la administración ya anunció que planea nuevos aranceles tecnológicos más específicos.


En paralelo, Apple anunció en 2024 una inversión de 500.000 millones de dólares en Estados Unidos en un lapso de cuatro años, previendo la fabricación de servidores de inteligencia artificial en Houston para 2026.


Actualmente, la administración estadounidense plantea que la reintegración industrial podría movilizar a "millones y millones de seres humanos" en fábricas locales, según afirmó el secretario de Comercio, Howard Lutnick. Sin embargo, mientras el gobierno no realice grandes inversiones en capacitación e infraestructura, la industria continuará acudiendo a China, donde existe un superávit de técnicos, ingenieros y equipamiento.


Las restricciones impuestas por China, como el desincentivo a la compra de iPhones por empleados públicos, también añaden presión al futuro de Apple en el mercado asiático. Las experiencias del pasado, como el fracaso de Samsung tras la disputa entre Corea del Sur y China, demuestran que perder el mercado chino puede tener efectos irreversibles.


En conclusión, la posición de Apple en el escenario global está íntimamente relacionada con su presencia en China, tanto en manufactura como en consumo. Cualquier alteración abrupta, ya sea por presión arancelaria o decisiones gubernamentales, tendría consecuencias inmediatas y de gran magnitud sobre el valor de la empresa y el mercado financiero estadounidense.

Algo Curioso

"Son la empresa que corre mayor riesgo en un colapso total de Estados Unidos y China"

– Advirtió David Yoffie, profesor de la Escuela de Negocios de Harvard.

May 5, 2025
Colglobal News

Apple ha forjado durante décadas vínculos industriales y comerciales profundos con China, donde el 80% de los iPhones se siguen fabricando, a pesar de los esfuerzos por diversificar su cadena de suministro hacia India, Vietnam y Tailandia. Antes de que Donald Trump llegara a la presidencia, Apple y sus socios ya habían levantado extensas plantas de ensamblaje en territorio chino. Estos lazos se mantienen casi inalterados tras años de presión política para que la producción se trasladase a Estados Unidos, donde prácticamente no se manufacturan dispositivos de la marca.


Una ruptura sustancial de las relaciones comerciales entre Estados Unidos y China tendría consecuencias directas y masivas para Apple. Según estimaciones de Gene Munster, socio director de Deepwater Asset Management, la cotización de la firma caería de 3,2 billones a 1,6 billones de dólares si se interrumpieran los vínculos productivos con China. La situación se agravaría hasta los 1,2 billones de dólares en caso de perder acceso al mercado chino, que reporta 67.000 millones de dólares en ventas anuales. Apple representa el 6% del índice S&P 500, por lo que un desplome bursátil afectaría a millones de inversionistas y a los titulares de planes de pensión en EE. UU.


Recientemente, el presidente Trump impuso un impuesto del 145% a las importaciones chinas. En los cuatro días posteriores al anuncio, Apple perdió 770.000 millones de dólares en capitalización bursátil, aunque recuperó parte tras una prórroga temporal que exime a los fabricantes de electrónica de consumo, incluida Apple, del nuevo arancel. Wall Street espera que las ventas trimestrales de Apple hayan crecido un 4%, impulsadas por la compra anticipada de iPhones antes de la entrada en vigor de los impuestos.


El negocio de Apple en China no solo se basa en la manufactura, sino también en la experiencia industrial local. Los proveedores chinos reúnen hasta 200.000 empleados en cadenas de montaje, apoyados por miles de ingenieros, cifras imposibles de emular en Estados Unidos, según el analista Wayne Lam, de TechInsights. Añade que trasladar la producción implicaría aumentar el precio del iPhone a 2.000 dólares para mantener los márgenes actuales, frente a los 1.000 dólares actuales; con mejoras operativas, el precio podría estabilizarse en 1.500 dólares.


Pese a algunos movimientos de diversificación, como la fabricación del 20% de iPhones en India, Apple sigue dependiendo de proveedores chinos para componentes fundamentales. En la actualidad, la compañía también produce en India estructuras metálicas, pero ensambla pantallas y otras piezas complejas fuera de ese país. En Vietnam, los socios de Apple manufacturan partes de dispositivos y AirPods.


La presión de la administración Trump para forzar la manufactura en EE. UU. es considerada inviable a corto plazo por expertos como Matthew Moore, exgerente de diseño de fabricación de Apple. Moore señala que para atraer nuevas plantas al país, sería necesaria una inversión sustancial en educación en ciencia y tecnología, así como mecanismos de financiamiento similares a los de Fannie Mae y Freddie Mac en el sector vivienda. Moore considera, además, que el proceso de relocalizar la producción de iPhones en EE. UU. tomaría por lo menos una década.


A raíz de las recientes políticas arancelarias, Tim Cook, CEO de Apple, donó un millón de dólares a la investidura de Trump y logró una exención temporal para los dispositivos electrónicos, aunque la administración ya anunció que planea nuevos aranceles tecnológicos más específicos.


En paralelo, Apple anunció en 2024 una inversión de 500.000 millones de dólares en Estados Unidos en un lapso de cuatro años, previendo la fabricación de servidores de inteligencia artificial en Houston para 2026.


Actualmente, la administración estadounidense plantea que la reintegración industrial podría movilizar a "millones y millones de seres humanos" en fábricas locales, según afirmó el secretario de Comercio, Howard Lutnick. Sin embargo, mientras el gobierno no realice grandes inversiones en capacitación e infraestructura, la industria continuará acudiendo a China, donde existe un superávit de técnicos, ingenieros y equipamiento.


Las restricciones impuestas por China, como el desincentivo a la compra de iPhones por empleados públicos, también añaden presión al futuro de Apple en el mercado asiático. Las experiencias del pasado, como el fracaso de Samsung tras la disputa entre Corea del Sur y China, demuestran que perder el mercado chino puede tener efectos irreversibles.


En conclusión, la posición de Apple en el escenario global está íntimamente relacionada con su presencia en China, tanto en manufactura como en consumo. Cualquier alteración abrupta, ya sea por presión arancelaria o decisiones gubernamentales, tendría consecuencias inmediatas y de gran magnitud sobre el valor de la empresa y el mercado financiero estadounidense.

Apple ha forjado durante décadas vínculos industriales y comerciales profundos con China, donde el 80% de los iPhones se siguen fabricando, a pesar de los esfuerzos por diversificar su cadena de suministro hacia India, Vietnam y Tailandia. Antes de que Donald Trump llegara a la presidencia, Apple y sus socios ya habían levantado extensas plantas de ensamblaje en territorio chino. Estos lazos se mantienen casi inalterados tras años de presión política para que la producción se trasladase a Estados Unidos, donde prácticamente no se manufacturan dispositivos de la marca.


Una ruptura sustancial de las relaciones comerciales entre Estados Unidos y China tendría consecuencias directas y masivas para Apple. Según estimaciones de Gene Munster, socio director de Deepwater Asset Management, la cotización de la firma caería de 3,2 billones a 1,6 billones de dólares si se interrumpieran los vínculos productivos con China. La situación se agravaría hasta los 1,2 billones de dólares en caso de perder acceso al mercado chino, que reporta 67.000 millones de dólares en ventas anuales. Apple representa el 6% del índice S&P 500, por lo que un desplome bursátil afectaría a millones de inversionistas y a los titulares de planes de pensión en EE. UU.


Recientemente, el presidente Trump impuso un impuesto del 145% a las importaciones chinas. En los cuatro días posteriores al anuncio, Apple perdió 770.000 millones de dólares en capitalización bursátil, aunque recuperó parte tras una prórroga temporal que exime a los fabricantes de electrónica de consumo, incluida Apple, del nuevo arancel. Wall Street espera que las ventas trimestrales de Apple hayan crecido un 4%, impulsadas por la compra anticipada de iPhones antes de la entrada en vigor de los impuestos.


El negocio de Apple en China no solo se basa en la manufactura, sino también en la experiencia industrial local. Los proveedores chinos reúnen hasta 200.000 empleados en cadenas de montaje, apoyados por miles de ingenieros, cifras imposibles de emular en Estados Unidos, según el analista Wayne Lam, de TechInsights. Añade que trasladar la producción implicaría aumentar el precio del iPhone a 2.000 dólares para mantener los márgenes actuales, frente a los 1.000 dólares actuales; con mejoras operativas, el precio podría estabilizarse en 1.500 dólares.


Pese a algunos movimientos de diversificación, como la fabricación del 20% de iPhones en India, Apple sigue dependiendo de proveedores chinos para componentes fundamentales. En la actualidad, la compañía también produce en India estructuras metálicas, pero ensambla pantallas y otras piezas complejas fuera de ese país. En Vietnam, los socios de Apple manufacturan partes de dispositivos y AirPods.


La presión de la administración Trump para forzar la manufactura en EE. UU. es considerada inviable a corto plazo por expertos como Matthew Moore, exgerente de diseño de fabricación de Apple. Moore señala que para atraer nuevas plantas al país, sería necesaria una inversión sustancial en educación en ciencia y tecnología, así como mecanismos de financiamiento similares a los de Fannie Mae y Freddie Mac en el sector vivienda. Moore considera, además, que el proceso de relocalizar la producción de iPhones en EE. UU. tomaría por lo menos una década.


A raíz de las recientes políticas arancelarias, Tim Cook, CEO de Apple, donó un millón de dólares a la investidura de Trump y logró una exención temporal para los dispositivos electrónicos, aunque la administración ya anunció que planea nuevos aranceles tecnológicos más específicos.


En paralelo, Apple anunció en 2024 una inversión de 500.000 millones de dólares en Estados Unidos en un lapso de cuatro años, previendo la fabricación de servidores de inteligencia artificial en Houston para 2026.


Actualmente, la administración estadounidense plantea que la reintegración industrial podría movilizar a "millones y millones de seres humanos" en fábricas locales, según afirmó el secretario de Comercio, Howard Lutnick. Sin embargo, mientras el gobierno no realice grandes inversiones en capacitación e infraestructura, la industria continuará acudiendo a China, donde existe un superávit de técnicos, ingenieros y equipamiento.


Las restricciones impuestas por China, como el desincentivo a la compra de iPhones por empleados públicos, también añaden presión al futuro de Apple en el mercado asiático. Las experiencias del pasado, como el fracaso de Samsung tras la disputa entre Corea del Sur y China, demuestran que perder el mercado chino puede tener efectos irreversibles.


En conclusión, la posición de Apple en el escenario global está íntimamente relacionada con su presencia en China, tanto en manufactura como en consumo. Cualquier alteración abrupta, ya sea por presión arancelaria o decisiones gubernamentales, tendría consecuencias inmediatas y de gran magnitud sobre el valor de la empresa y el mercado financiero estadounidense.

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