La situación en Darfur, Sudán, se ha tornado desesperada mientras los enfrentamientos entre las fuerzas armadas sudanesas y las Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF) bloquean las rutas de ayuda esenciales. Según el Programa Mundial de Alimentos (WFP, por sus siglas en inglés), más de 1.7 millones de personas en la región están experimentando los niveles más altos de hambre y la inseguridad alimentaria. Leni Kinzli, portavoz de WFP en Sudán, describió la situación en una rueda de prensa en Nairobi, revelando que los habitantes están recurriendo a consumir hierbas y cáscaras de maní para sobrevivir.
La ciudad de El Fasher, capital de Darfur del Norte, se ha convertido en el epicentro del conflicto, actualmente cercada por las RSF. Dentro de la ciudad, el asedio ha exacerbado una emergencia de hambre, con 330,000 personas enfrentando niveles críticos de inseguridad alimentaria debido a la escasez de alimentos y los precios exorbitantes. Aireadas y bombardeos continúan agravando la situación, mientras los residentes, incluyendo aproximadamente 800,000 personas desplazadas internamente, luchan por sobrevivir en condiciones extremadamente difíciles.
Médicos Sin Fronteras ha destacado la gravedad de la situación en el campamento Zamzam, uno de los mayores campamentos de desplazados en Sudán, donde el 30% de los más de 46,000 niños examinados sufren de desnutrición aguda y un 8% de desnutrición aguda severa, amenazando sus vidas. Estas cifras son un testimonio sombrío del impacto humano detrás de los datos y las estadísticas que se reportan.
El acceso humanitario sigue siendo un desafío mayor, con dos cruces fronterizos principales desde Chad ahora cerrados debido al conflicto. Esto ha suspendido las caravanas de ayuda y ha elevado el temor de que, sin una intervención significativa, Darfur pueda caer en una catástrofe similar a las atrocidades observadas durante el genocidio a principios de los años 2000, perpetrado por combatientes Janjaweed, predecesores de las actuales RSF.