Un equipo de arqueólogos y químicos ha descubierto lo que creen ser el vino más antiguo jamás encontrado en su forma líquida original. La muestra, fechada alrededor de los 2,000 años de antigüedad, fue hallada en una urna funeraria de vidrio dentro de una tumba romana en la localidad de Carmona, Sevilla. Esta tumba, datada en el siglo I d.C., contenía restos cremados y otros artefactos que acompañaban la urna de vino. El contenido líquido en el recipiente ha sido identificado como un tipo de vino blanco, similar en sus características a los vinos actuales de la región de Andalucía, particularmente al vino de Jerez. El hallazgo supera en antigüedad a la anterior muestra más antigua conocida, la botella de vino de Speyer datada en el año 325 d.C.
La tumba estaba excepcionalmente bien conservada, proporcionando a los investigadores una ventana única hacia los rituales funerarios y las prácticas cotidianas de los romanos de la época. Además de la urna con vino, se encontraron otras urnas que contenían restos de huesos cremados, lo cual indica que la tumba pertenecía probablemente a una familia o a un grupo social específico. La conservación del vino en la urna es un fenómeno extremadamente raro, atribuido a las condiciones herméticas y al tratamiento cuidadoso del contenido durante el entierro.
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Uno de los aspectos más intrigantes de este descubrimiento es la conservación del vino en su forma líquida. Los expertos de la Universidad de Córdoba han llevado a cabo una serie de análisis químicos meticulosos para confirmar que el líquido es efectivamente vino y para valorar su composición. Estos análisis han revelado la presencia de residuos organolépticos que coinciden con los vinos de la región mediterránea, contribuyendo al entendimiento de los métodos de vinificación utilizados hace dos milenios.
El descubrimiento no solo tiene implicaciones significativas para la historia de la viticultura, sino que también arroja luz sobre los aspectos rituales del consumo de vino en la antigua Roma. El vino era un componente esencial en las ceremonias religiosas y funerarias, simbolizando tanto la trascendencia como el estatus social. La presencia de esta urna refuerza la hipótesis de que el vino jugaba un papel integral en los ritos funerarios y en la vida cotidiana de los romanos. La Universidad de Córdoba, en colaboración con otros expertos internacionales, continuará estudiando esta urna para extraer más información sobre la producción y la conservación del vino en la antigüedad.
El análisis cuidadoso y la interpretación de estos hallazgos permitirán una comprensión más profunda de la interacción entre la cultura romana y sus prácticas agrícolas. Esta nueva información enriquecerá el campo de la arqueología y la etnografía, ya que proporciona evidencia empírica de las técnicas de conservación y las tradiciones culinarias de hace 2,000 años.
El impacto de este hallazgo se extiende más allá del ámbito académico, ya que plantea preguntas sobre la evolución de las técnicas de vinificación y preservación de alimentos a través de los siglos. Este descubrimiento destaca la sofisticación y el conocimiento avanzado que ya poseían los antiguos romanos en estos campos. El vino en cuestión, gracias a su asombrosa conservación, ofrece una puerta única que conecta el pasado con el presente, permitiendo a las generaciones modernas saborear literalmente la historia de sus ancestros.