El litio, un mineral clave para la electromovilidad y la descarbonización, está en el epicentro de un conflicto ambiental y social en América Latina. En Chile, el segundo mayor productor mundial de litio, se están perdiendo aproximadamente 2 millones de litros de agua por cada tonelada de este mineral extraído. La evaporación diaria de agua en el Salar de Atacama puede alcanzar hasta 50,000 metros cúbicos, lo que está afectando tanto a la biodiversidad como a las comunidades locales. Ante este panorama, la Estrategia Nacional del Litio chilena busca elevar los estándares ambientales y tecnológicos de esta actividad, aunque aún existen dudas sobre cómo se implementarán estas regulaciones.
En México, el litio se ha convertido en un mineral estratégico para la transición energética del país. Sin embargo, la extracción mediante minería a cielo abierto ha levantado inquietudes por sus impactos en el suelo, la biodiversidad y las comunidades locales, especialmente en Sonora. La reforma a la Ley Minera, impulsada por el presidente Andrés Manuel López Obrador, busca que el Estado tenga control exclusivo sobre la explotación de este recurso. Esta medida ha generado debates sobre las concesiones otorgadas a empresas privadas y su revisión.
_11zon.webp)
En el llamado "Triángulo del Litio", que incluye a Chile, Bolivia y Argentina, la explotación de este mineral ha generado conflictos significativos con las comunidades locales. La extracción intensiva de agua para la minería de litio afecta la disponibilidad de este recurso vital para la flora, fauna y poblaciones humanas de la zona. Además, surgen preocupaciones sobre la posible toxicidad en humanos debido a la contaminación del suelo. Investigadores abogan por tecnologías de baterías más sostenibles para mitigar estos impactos. El "Triángulo del Litio" contiene más del 50% de las reservas mundiales de litio, ubicándolos en una posición estratégica para el suministro de este mineral en la lucha contra el cambio climático.
Además de los desafíos ambientales, la minería de litio presenta riesgos sociales considerables. En Sudamérica, las actividades extractivas han provocado desplazamientos y conflictos con las comunidades indígenas que habitan los territorios ricos en litio. La necesidad de equilibrar el desarrollo de tecnologías limpias con la protección de los ecosistemas y las comunidades es un tema urgente que requiere atención en todas las áreas involucradas.
A medida que la demanda de litio continúa en aumento por el auge de los vehículos eléctricos y la transición energética, la presión sobre los ecosistemas y comunidades locales también se intensifica. Se estima que las reservas de litio en América Latina serán cruciales para abastecer esta demanda global. Por ello, es imperativo que los gobiernos y empresas implementen estrategias sostenibles y responsables para la explotación de este recurso esencial.