En los últimos meses, Colombia ha sido testigo de una serie de eventos que han puesto al arte urbano en el centro de la polémica. El grafiti "Las cuchas tenían razón" ha aparecido en diversas ciudades del país, incluyendo Barranquilla, Bogotá y Cali, en un intento de las madres de la comuna 13 de Medellín de mantener viva la memoria de sus hijos desaparecidos. Estas madres sostienen que sus hijos fueron asesinados por paramilitares y militares durante la Operación Orión entre 2002 y 2003. La Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) corroboró estos hechos al encontrar restos óseos de cuatro personas asesinadas con tiros de gracia durante el periodo mencionado.

Uno de los momentos más oscuros en la historia reciente de Colombia es el escándalo de los "falsos positivos", donde más de 6,402 jóvenes, en su mayoría civiles, fueron asesinados por el ejército y presentados como guerrilleros caídos en combate. Este fenómeno alcanzó su punto álgido durante la presidencia de Álvaro Uribe, y sigue siendo un tema de gran controversia en el país. El término "cuchas" es una expresión coloquial en Colombia para referirse a las madres, y en el contexto del grafiti "Las cuchas tenían razón", está cargado de un significado profundo y reivindicativo.
La polémica se intensifica con la eliminación de murales que aluden a estos crímenes. Artistas como Corrosivo Carsal han denunciado el borrado de sus obras, atribuyendo estos actos a grupos neonazis y a políticos. El concejal Andrés Gury Rodríguez, del partido Centro Democrático fundado por Álvaro Uribe, y el alcalde de Medellín, Federico Gutiérrez, ordenaron el borrado del primer mural titulado "Las cuchas tienen razón". En Bogotá, un exconcejal del mismo partido mandó borrar otro mural en 2023.
A pesar de la censura, la comunidad artística no se ha quedado de brazos cruzados. Los murales han sido repintados en diversas urbes, como Bogotá, Cali, Popayán, Villavicencio, Barranquilla, Pasto, Ibagué y Bucaramanga. Sin embargo, esta resistencia no ha sido fácil; en Cali, un hombre armado intimidó a los artistas que repintaron el mural, mostrando el nivel de riesgo que enfrentan los grafiteros.
La crítica de la derecha en Colombia asegura que los grafitis rara vez dan voz a las víctimas de las guerrillas, específicamente a las que habrían sido afectadas por las FARC, que reclutaron a 18,677 menores entre 1996 y 2006. No obstante, los artistas urbanos abogan por homenajear a todas las víctimas, sin importar su afiliación política o los perpetradores de la violencia.

"Homenajear a todas las víctimas de la violencia en Colombia es crucial, independientemente de quiénes hayan sido los responsables", argumentan los grafiteros. Para estos artistas urbanos, el muralismo es una herramienta potente para expresar y preservar la memoria de las víctimas de crímenes de Estado.
Ante la tensión entre la libertad artística y la censura, el grafitismo en Colombia sigue desafiando las restricciones para mantener vivo el recuerdo de aquellos que sufrieron en medio del conflicto armado. La lucha por la memoria histórica y por la reivindicación de todas las víctimas, sean de la fuerza pública o de las guerrillas, continúa plasmada en las paredes de las ciudades colombianas.