Gregorio Eljach, exsecretario del Senado, está a punto de culminar el proceso para ser elegido como el nuevo procurador general en una votación programada para el 2 de octubre de 2024. Con un respaldo sólido, Eljach cuenta con 93 votos asegurados de un total de 105 posibles, con tres sillas vacías en la plenaria.
El amplio apoyo a su candidatura es evidente en la distribución de los votos: El Partido de la U le ha asegurado 10 votos; Pacto Histórico, 20 votos; Partido Conservador, 15 votos; Partido Liberal, 13 votos; Comunes, 5 votos; Centro Democrático, 12 votos; En Marcha, 3 votos; Mira, 3 votos; Alianza Democrática Amplia, 2 votos; Alianza Social Independiente, 1 voto; Partido Alianza Verde, 8 votos; y Colombia Justa Libres, 1 voto.
Este respaldo podría permitir que Eljach establezca un nuevo récord en la cantidad de votos para un procurador, superando los 92 votos obtenidos por Fernando Carrillo en 2017. A pesar del amplio apoyo, ha habido críticas a su candidatura, como la del senador David Luna, quien ha declarado que votará en blanco, argumentando que no es pertinente que el candidato sea propuesto por el presidente Gustavo Petro.
El respaldo del Partido Conservador a Eljach ha suscitado especulaciones sobre posibles negociaciones para obtener representación en la Viceprocuraduría. Sin embargo, el actual viceprocurador, Carlos Mario Zuluaga, ha negado cualquier interés en el cargo. Además, existen rumores sobre un posible segundo al mando en la Procuraduría que podría estar alineado con el Pacto Histórico o el Partido Liberal, aunque esto no se ha confirmado oficialmente.
La elección de Eljach es vista como una victoria del Gobierno y como un intento de establecer un nuevo acuerdo nacional en medio de las tensiones políticas actuales. Con un apoyo tan sólido de diversos sectores, su elección parece casi segura, lo que podría marcar un hito en la historia reciente de la Procuraduría. El apoyo del Partido Conservador hacia Gregorio Eljach ha despertado especulaciones sobre negociaciones por puestos burocráticos, una práctica común pero siempre controversial en la política.