El 8 de mayo de 2025, una densa nube de humo blanco emergió de la chimenea de la Capilla Sixtina, señalizando que la Iglesia Católica Romana ha elegido a su nuevo pontífice. El anuncio fue celebrado por miles de peregrinos y turistas congregados en la Plaza de San Pedro, quienes aguardaban la confirmación visual de que el cónclave había llegado a una decisión.
La elección se concretó en la cuarta ronda de votaciones, durante el segundo día del cónclave, en el que participaron 133 cardenales. Conforme a la normativa, el candidato debía obtener una mayoría de dos tercios, es decir, al menos 89 votos, requisito que fue satisfecho durante la sesión del jueves. La identidad del nuevo papa no fue revelada de inmediato, siguiendo el protocolo tradicional del Vaticano, en el que primero se solicita el asentimiento del elegido y posteriormente se realiza el anuncio oficial.
El cónclave de 2025 se distinguió por la rapidez de la deliberación, un aspecto sobresaliente dado que la mayor parte de los cardenales electores fueron nombrados por el Papa Francisco, quien falleció en abril de 2025 a los 88 años de edad. Entre los temas debatidos durante el cónclave se incluyeron la estrategia de evangelización, la administración de las finanzas de la Santa Sede, la respuesta a los casos de abuso sexual clerical y la atención pastoral a los pobres y migrantes.
Los participantes coincidieron en que el nuevo pontífice, además de estas responsabilidades, debe afrontar la creciente polarización interna en la Iglesia y en el ámbito global. En la etapa previa a la elección, algunos de los nombres considerados con mayores posibilidades fueron Pietro Parolin, secretario de Estado del Vaticano; Luis Antonio Tagle, identificado como reformista y originario de Filipinas; y Robert Sarah, cardenal de Guinea que mantuvo posturas críticas sobre el rumbo del pontificado anterior.
La coyuntura de la elección estuvo marcada por profundas divisiones, especialmente notorias en Estados Unidos, donde se evidenció un contraste entre obispos afines al presidente Donald Trump y otros críticos de su administración. Este contexto impone al nuevo papa el reto de consolidar la unidad en la Iglesia, además de confrontar de manera activa las secuelas de los escándalos de abuso sexual que afectaron a la institución durante el papado de Francisco.
La presentación oficial del nuevo papa se realizará siguiendo el procedimiento establecido por el Vaticano, el cual inicia una vez que el elegido ha aceptado el cargo. Hasta el momento del anuncio, la Iglesia se prepara para la presentación de su nuevo líder ante la comunidad católica y el mundo entero.