El equipo liderado por Andreas Nieder en la Universidad de Tübingen, Alemania, llevó a cabo un experimento con dos cuervos carroñeros machos, de 11 y 10 años de edad, para explorar las capacidades cognitivas de estas aves respecto al reconocimiento de formas. Para el estudio, los cuervos fueron entrenados a identificar una figura "intrusa" dentro de un grupo de seis formas geométricas presentadas en una pantalla digital interactiva. Al inicio, las pruebas incluían combinaciones sencillas, como cinco imágenes de lunas y una de flor, facilitando la discriminación visual.
Tras dominar tareas simples, los cuervos se enfrentaron a desafíos progresivamente complejos: el grupo de figuras incluyó cuadrados, paralelogramos y formas irregulares de cuatro lados, con diferencias menos evidentes entre las opciones. Durante estas pruebas, ambos cuervos lograron detectar correctamente la figura intrusa en un elevado porcentaje de los intentos. Estadísticamente, mostraron mayor rapidez y precisión cuando identificaban diferencias entre formas con características regulares —como ángulos rectos y lados paralelos—, en comparación con figuras menos simétricas o con formas más complejas, como los rombos.

Además, los análisis demostraron que los cuervos pudieron discernir propiedades geométricas como simetría, longitudes de lados, líneas paralelas y ángulos rectos, atributos que tradicionalmente se han asociado a la percepción visual y matemática en humanos. Los investigadores apuntan que ambos animales exhibieron un "efecto de regularidad geométrica", evidenciado por un mejor desempeño al discriminar intrusos entre figuras geométricamente regulares.
En comparación con estudios previos realizados con babuinos, los cuervos sobresalieron, ya que ninguna otra especie no humana había demostrado capacidad para detectar patrones de regularidad geométrica en tareas similares. Durante los ensayos, cada vez que los cuervos acertaban en la identificación del intruso, eran recompensados con gusanos de la harina o pellets de semillas.
Estos resultados sugieren que la habilidad para reconocer regularidades geométricas no es exclusiva del ser humano y podría estar más extendida en el reino animal de lo que se suponía. El equipo de Nieder destaca que este hallazgo no solo enriquece el conocimiento sobre la cognición animal, sino que también abre nuevas líneas de investigación sobre la evolución de las capacidades perceptivas en múltiples especies.