Una serie de investigaciones publicadas el 2 y 3 de julio de 2025 reportan avances significativos en el tratamiento de la sordera congénita ligada al gen OTOF, responsable de la sintomatología en hasta 3 de cada 1.000 recién nacidos. El ensayo clínico incluyó a 10 participantes de entre 1 y 24 años, diagnosticados con alteraciones en el gen OTOF, seleccionados de cinco hospitales y tratados con una terapia génica administrada mediante un virus adenoasociado modificado (AAV) que transporta una copia funcional de dicho gen al oído interno a través de una inyección en la base de la cóclea.
Los resultados mostraron una mejora auditiva considerable en todos los participantes. En el primer mes, la media de mejora en pruebas de respuesta del tronco encefálico fue del 62%, mientras que en evaluaciones conductuales alcanzó un 78%. En términos de volumen sonoro perceptible, el promedio se redujo de 106 decibelios antes del tratamiento a 52 decibelios tras la administración de la terapia. En varios casos se documentó una recuperación funcional notable: un paciente de 7 años experimentó la percepción de sonidos a los tres días y logró comunicarse con su madre cuatro meses después del procedimiento; dos de los tratados alcanzaron una percepción del habla casi normal.
El seguimiento de los pacientes durante un periodo de seis a doce meses confirmó la persistencia de la mejora auditiva y la mayor eficacia de la terapia en los participantes más jóvenes, destacándose la franja de edad de 5 a 8 años como la de mejor respuesta clínica observada en el cohorte.
En cuanto a la seguridad, los efectos secundarios se limitaron a trastornos leves o moderados, principalmente una disminución en el recuento de glóbulos blancos, en particular los neutrófilos, sin que se registraran eventos adversos graves en ninguno de los pacientes.
El avance, publicado por equipos liderados por Maoli Duan y Renjie Chai en The Conversation y Nature Medicine, y reportado en ScienceDaily, consolida la viabilidad de la terapia génica como opción terapéutica para la sordera ligada a OTOF y sienta bases para extender la investigación hacia otros genes asociados a pérdidas de audición, como GJB2 y TMC1. Los hallazgos confirman la capacidad de una sola intervención para revertir significativamente la discapacidad auditiva en infantes y jóvenes con este tipo de sordera genética, sin consecuencias graves para la salud de los participantes.