Entre el 15 de enero y el 28 de febrero de 2025, 1.885 personas emigraron hacia Colombia utilizando la vía panameña para cruzar hacia el corregimiento de La Miel y llegar a Capurganá, Chocó. El flujo promedio diario fue de 84 personas que recorrieron esta ruta. De los 1.599 migrantes caracterizados, 1.585 eran de nacionalidad venezolana y los demás provenían de Perú, Ecuador, Chile y Nigeria. También se identificaron 298 niños en tránsito, la mitad menores de siete años, lo que evidencia la alta vulnerabilidad de esta población.
Una parte significativa de estos migrantes había pasado entre uno y tres meses en México, esperando citas migratorias a través de la aplicación CBP One, que fue descontinuada por la administración del expresidente Donald Trump, complicando el ingreso a los Estados Unidos. Ante este cambio, muchos eligieron retornar hacia el sur, siguiendo una ruta que tiene como punto de origen Peñas Blancas, entre Costa Rica y Nicaragua, y que culmina en la costa colombiana tras transbordos por tierra y mar. En esta ruta, los migrantes suelen usar servicios de transporte marítimo ofrecidos por lancheros indígenas, quienes los transportan desde Puerto Obaldía, Panamá, hasta Capurganá.
El trayecto implica adversidades significativas, desde una caminata de dos horas desde la playa La Miel hasta Capurganá, hasta peligros inherentes como la desorientación, la deshidratación y la falta de alimentos. Además, la inseguridad es una preocupación latente, con el riesgo de que grupos delincuenciales aprovechen para controlar parte de este flujo migratorio, según advirtió Giovanni Rizzo del Consejo Noruego para Refugiados.
En contraste, el flujo migratorio hacia el norte por la selva del Darién ha disminuido abruptamente. Durante enero y febrero de 2025 se registraron menos de 3.000 viajeros, en comparación con los más de 70.000 que cruzaron en el mismo período del año anterior. Este notorio descenso se atribuye a las medidas restrictivas adoptadas por Panamá desde la llegada al poder del presidente José Raúl Mulino en julio de 2024. Estas políticas incluyen el cierre de centros de atención migratoria en el Darién.
En paralelo, un estudio de la encuestadora Poder y Estrategia revela que cada vez menos venezolanos optan por migrar a los Estados Unidos, inclinándose por destinos alternativos como España, Colombia y Brasil. El aumento de deportaciones desde territorio estadounidense ha generado desánimo y temor entre quienes buscan el “sueño americano”. Alrededor de 1.000 personas más se encuentran en la frontera de Costa Rica con Panamá, proyectándose su llegada a Colombia en las próximas semanas.
En Colombia, las autoridades reportan que la mayoría de migrantes son atendidos inicialmente en Necoclí y Turbo, municipios del departamento de Antioquia. De allí, muchos se movilizan a grandes ciudades en busca de oportunidades laborales, aunque las perspectivas para su asentamiento a largo plazo siguen siendo inciertas. A pesar de este incremento en el flujo migratorio, el Gobierno colombiano aún no cuenta con un protocolo formal que permita manejar esta situación de manera ordenada y efectiva.
La aplicación CBP One, clave para gestionar las citas de los migrantes en Estados Unidos, fue cerrada durante la administración Trump, un hecho que terminó reconfigurando de manera significativa las rutas migratorias hacia el sur.