Un reportaje reciente denuncia que activistas de extrema derecha y colonos israelíes están recibiendo información confidencial sobre la ubicación de convoyes de ayuda humanitaria destinados a la Franja de Gaza por parte de miembros de las fuerzas de seguridad israelíes. Esto ha permitido que los convoyes sean bloqueados y vandalizados, lo que ha provocado una seria interrupción en la entrega de suministros vitales. Las acusaciones sugieren que tanto policías como militares israelíes estarían involucrados en estas filtraciones, una situación que ha incrementado las tensiones en la región.
El grupo activista israelí conocido como Tzav 9 ha estado interfiriendo con estos convoyes desde enero de este año. Los activistas afirman que los suministros, una vez dentro de Gaza, son secuestrados por el grupo islamista Hamas, argumentando que sus acciones son para evitar que los recursos caigan en manos de terroristas. Sin embargo, estas intervenciones han generado críticas y condenas a nivel internacional, incluidas declaraciones de desaprobación por parte de la Casa Blanca.
En el punto de control de Tarqumiya, se han documentado varios casos donde camiones de ayuda fueron bloqueados y vandalizados por colonos. Estos incidentes fueron captados en imágenes y han sido ampliamente difundidos, atrayendo una creciente ola de condena internacional. Los conductores palestinos de los camiones han descrito las escenas como "bárbaras", señalando que, en muchos casos, los soldados israelíes presentes no han intervenido para detener los ataques.
La gravedad de las acusaciones ha llevado a múltiples investigaciones. A pesar de ello, tanto la policía israelí como la agencia Cogat, dependiente del Ministerio de Defensa israelí, han rechazado las acusaciones de colaboración. Por su parte, el portavoz de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) también ha catalogado las acusaciones como infundadas, asegurando que están tomando medidas para esclarecer los incidentes y determinar responsabilidades dentro de sus filas.