Una investigación sostiene que el incremento en el consumo de fibra dietética podría reducir la acumulación de PFAS—conocidas también como ‘químicos para siempre’ por su resistencia a degradarse tanto en el ambiente como en el organismo humano—y destaca mecanismos y hallazgos clave sobre este potencial abordaje preventivo.
Los PFAS, entre los que se identifican el PFOS y el PFOA como los más frecuentes y peligrosos, pueden permanecer en la sangre durante aproximadamente 2 a 5 años, lo que implica que su eliminación completa podría requerir décadas en función de los niveles presentes. La Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA, por sus siglas en inglés) ha concluido que no existe ningún nivel de exposición seguro a PFOS o PFOA en el agua potable, lo que agrava la preocupación en torno a la contaminación ambiental y el riesgo asociado a la salud humana.
El estudio piloto señala que la fibra dietética puede atrapar estos compuestos en el tracto digestivo, impidiendo su absorción en las células intestinales y facilitando su eliminación a través de las heces. Asimismo, el gel formado por la fibra ayuda a excretar ácidos biliares, cuya estructura química es similar a la de los PFAS, intensificando el efecto purificador. Se comprobó efectividad tanto en fibras solubles como insolubles, destacando el uso de beta-glucano de avena y su fácil incorporación en bebidas, incluyendo jugos.
En la fase preliminar, los investigadores evaluaron el efecto en modelos animales y en un reducido grupo de personas, registrando disminuciones de los niveles de PFAS en sangre que alientan la realización de estudios a mayor escala. Una diferencia sustancial respecto a tratamientos convencionales, como la colestiramina (fármaco prescrito para reducir el colesterol), reside en los efectos colaterales: mientras la colestiramina puede producir heces duras y complicaciones intestinales, el consumo de fibra genera deposiciones más sencillas de expulsar y suma otros beneficios conocidos para la salud digestiva y cardiovascular.
Las consecuencias del contacto prolongado con PFAS incluyen la posibilidad de desarrollar cáncer, defectos en el nacimiento, inmunidad reducida, hipercolesterolemia y enfermedades renales. Según la investigación, las bases militares en Estados Unidos constituyen puntos críticos para la exposición a estos compuestos, razón por la cual el Departamento de Defensa destina recursos económicos específicos para el análisis y mitigación de este fenómeno.
La coautora Jennifer Schlezinger subrayó que los resultados permiten vislumbrar una estrategia sostenible y accesible para poblaciones de riesgo. Los científicos actualmente se preparan para ampliar el tamaño de las muestras en futuras investigaciones, con el objetivo de validar la eficacia de la dieta rica en fibra como medida complementaria ante una exposición que, de otro modo, podría afectar la salud durante toda la vida.