La presencia de plásticos en las Islas Galápagos es una imagen cada vez más común, y la situación es particularmente alarmante durante la temporada de anidación de las tortugas. Los investigadores han encontrado que la mayoría de los plásticos provienen de Perú, Ecuador y China, aunque el estudio indica que la basura con etiquetas asiáticas probablemente llegue desde barcos pesqueros cercanos más que por corrientes oceánicas. Aproximadamente el 40% de la contaminación plástica en Galápagos proviene de fuentes marítimas, un porcentaje significativamente mayor que el promedio mundial.
En este contexto, los esfuerzos de limpieza organizados por la reserva marina son fundamentales, pero aún insuficientes ante la magnitud del problema. Estas iniciativas incluyen la recolección de plásticos, que luego son enviados a Guayaquil para su reciclaje o disposición final. Sin embargo, la tarea es desalentadora y se asemeja al trabajo de Sísifo, destacando la necesidad de una solución más sustentable y global.
El impacto del plástico no se limita a la superficie o a la vista. Los microplásticos, resultantes de la descomposición de estos desechos, se integran en la cadena alimentaria marina, afectando desde zooplancton hasta especies más grandes, y eventualmente llegan a los humanos. Este problema requiere de una acción concertada que vaya más allá de las limpiezas periódicas, abordando la raíz del problema en las políticas internacionales de gestión de residuos.