Desde el inicio de la escalada de violencia en Gaza, que comenzó en octubre de 2023, el territorio enfrenta una de las peores crisis humanitarias en su historia reciente. Los datos revelan que al menos 25,000 niños han resultado heridos, de los cuales entre 3,000 y 4,000 sufrieron amputaciones parciales o totales, estableciendo un récord mundial según el número de amputaciones infantiles por habitante.
El panorama se torna aún más alarmante con la muerte de más de 50,000 personas en lo que va del conflicto, basado en cifras totales hasta el mes de octubre. Entre ellas, al menos 14,500 son niños, aunque funcionarios de las Naciones Unidas consideran esta cifra subestimada. Un estudio paralelo estima que, en los primeros nueve meses del conflicto, el número de asesinatos alcanzó los 64,000, evidenciando la escala de destrucción.
La infraestructura médica en Gaza está devastada; de los 36 hospitales existentes, solo 16 funcionan parcialmente. Este deterioro, junto con la falta de insumos médicos, escasez de personal sanitario y condiciones insalubres, ha llevado a la realización de amputaciones que en otras circunstancias podrían haberse evitado. Las tasas de infección y la malnutrición son factores predominantes que complican aún más la recuperación de los pacientes.
Historias personales como la de Elias y Taline, dos niños evacuados hacia los Estados Unidos para recibir tratamiento especializado, reflejan el azote de esta crisis. Elias perdió su pierna derecha debido a un ataque aéreo, mientras que Taline llegó con fijadores externos para combatir infecciones en sus piernas. Su hermano Khaled, testigo de estos eventos, también presenció actos de violencia en el hospital al-Shifa, incluido el arresto y agresión a su padre.
Por otro lado, el impacto emocional sobre niños como Khaled es severo. Numerosos menores están desarrollando trastornos psicológicos por la exposición continua a ataques, pérdidas familiares y el deterioro de las condiciones de vida. Sin acceso suficiente a atención psicológica y terapias físicas, muchos de ellos enfrentan un futuro incierto.
En medio de este panorama, organismos internacionales como Heal Palestine han logrado evacuar a 37 niños gravemente heridos para que recibieran tratamiento en el extranjero. Pero estas operaciones no son fáciles; requieren coordinación entre el Ministerio de Salud de Gaza, el gobierno egipcio y otras entidades colaboradoras.
La reconstrucción de la región es otro desafío colosal. Según estimaciones de la ONU, la Unión Europea y el Banco Mundial, se necesitarán más de 50,000 millones de dólares y hasta una década de esfuerzos para restaurar la infraestructura y condiciones de vida en el territorio. Sin embargo, la magnitud del conflicto sigue generando una creciente necesidad de ayuda humanitaria en una región que ya enfrentaba dificultades severas incluso antes de la reciente escalada.
Gaza, con una densidad poblacional de más de 5,500 personas por kilómetro cuadrado, enfrenta uno de los contextos más difíciles para la prestación de servicios médicos en el mundo, agravado por el bloqueo y las limitaciones de acceso.