En un panorama preocupante para la alfabetización y la salud pública, un reciente estudio llevado a cabo por The Reading Agency ha revelado que el 50% de los adultos en el Reino Unido admiten no leer regularmente. Esta cifra representa un incremento del 8% en comparación con el año 2015, cuando el 42% de los adultos reportaron una falta de lectura habitual.
El análisis destaca que casi uno de cada cuatro jóvenes de 16 a 24 años (24%) afirma que nunca ha sido lector. Además, más de 27 millones de adultos se están perdiendo los beneficios físicos, mentales y financieros que la lectura proporciona. La problemática se agrava al observar que el 15% de los adultos nunca ha leído por placer, un aumento del 88% desde 2015.
Uno de los aspectos más alarmantes del declive es el surgimiento de los "lectores interrumpidos": el 35% de los adultos que solían leer pero han dejado de hacerlo. Las principales barreras identificadas para retomar la lectura incluyen la falta de tiempo (33%) y la distracción provocada por las redes sociales (20%).
Entre los hallazgos del estudio, se destaca que el 11% de los adultos encuentra la lectura difícil, porcentaje que aumenta al 22% en el grupo etario de 16 a 24 años. Además, el 30% de los adultos tiene dificultades para concluir los textos que comienzan, y el 28% no puede concentrarse en la lectura por más de unos minutos.
Las implicaciones de esta disminución en la lectura van más allá del disfrute personal. La investigación sugiere que la lectura habitual puede transformar la estructura cerebral. Un estudio publicado en *Neuroimage* con más de 1,000 participantes encontró que los lectores con diferentes habilidades presentan rasgos anatómicos distintos en el cerebro.
Dos áreas del hemisferio izquierdo del cerebro, cruciales para el lenguaje, muestran variaciones: el lóbulo temporal anterior, que ayuda a categorizar información significativa y el giro de Heschl, que alberga la corteza auditiva. Una mayor habilidad de lectura se correlaciona con un mayor tamaño del lóbulo temporal anterior en el hemisferio izquierdo en comparación con el derecho.
El estudio también señala que la conciencia fonológica, la capacidad de asociar letras con sonidos del habla, es esencial para el desarrollo de la lectura en niños. Asimismo, se observó que un giro de Heschl más delgado está relacionado con la dislexia, aunque la variación en el grosor cortical no define necesariamente la presencia de esta condición. Además, la corteza auditiva en el hemisferio izquierdo contiene más mielina, lo que mejora la velocidad de comunicación neuronal.
La disminución en los hábitos de lectura puede, por tanto, impactar negativamente la capacidad de las personas para interpretar el mundo y entender las mentes de los demás. La lectura no solo enriquece el conocimiento, sino que también puede moldear y fortalecer las conexiones neuronales. El cerebro es maleable y cambia con el aprendizaje y la práctica de nuevas habilidades, de ahí la importancia de mantener este ejercicio cognitivo.
Las repercusiones del abandono de la lectura son claras: una potencial reducción en habilidades críticas como la empatía y la interpretación compleja del entorno. Este declive en los hábitos de lectura destaca la necesidad urgente de impulsar programas y políticas que fomenten la lectura entre todas las edades, para salvaguardar tanto el desarrollo individual como el bienestar colectivo.