Un reciente estudio dirigido por el geocientífico Mario Fischer-Godde, de la Universidad de Colonia, ha identificado el origen del asteroide que impactó la Tierra hace 66 millones de años y provocó la extinción masiva de los dinosaurios. Publicado en la revista Science el 16 de agosto de 2024, el estudio revela que este asteroide se formó en el Cinturón de Kuiper, una región más allá de la órbita de Júpiter, contradiciendo la creencia anterior de que se trataba de un cometa.
El equipo de investigadores utilizó análisis de isótopos de rutenio, un elemento raro en la Tierra pero común en asteroides, en muestras de sedimentos del límite Cretácico-Paleógeno. Estas muestras se obtuvieron en la ubicación del cráter de Chicxulub en la península de Yucatán, México. Este método permitió a los científicos determinar con precisión la composición y, por ende, el origen del asteroide.
Se estima que el asteroide tenía entre 10 y 15 kilómetros de ancho (aproximadamente 6 a 9 millas). El impacto provocó la formación del cráter de Chicxulub, de aproximadamente 150 kilómetros (93 millas) de diámetro, liberando una energía similar a miles de millones de bombas atómicas. Esta colosal explosión desencadenó una serie de eventos catastróficos, incluyendo una explosión masiva que lanzó fuego y cenizas al espacio, tsunamis que devastaron las costas y un invierno de impacto que resultó en una drástica caída de las temperaturas globales, colapsando las cadenas alimenticias y conduciendo a la extinción de múltiples especies.
La investigación no solo aclara el evento que llevó a la desaparición de los dinosaurios, sino que también tiene importantes implicaciones para la defensa planetaria. Fischer-Godde advirtió que si se identifican asteroides de tipo C en órbitas que intersecan con la Tierra, podrían representar un riesgo significativo. El estudio destaca el potencial destructivo de tales asteroides, subrayando la necesidad de prepararse para posibles futuros impactos.
El cráter de Chicxulub, donde se llevaron a cabo parte de los estudios, es un testimonio de la devastación que pueden causar estos cuerpos celestes. Al comprender mejor la composición y el origen de los asteroides, los científicos pueden mejorar las estrategias de defensa planetaria y mitigar el riesgo de futuros eventos catastróficos. El Cinturón de Kuiper, donde se originó el asteroide, es una región del sistema solar que se extiende más allá de la órbita de Neptuno, poblada por cuerpos helados y restos de la formación del sistema solar.