Donald Trump ordenó el despliegue de dos submarinos nucleares el 1 de agosto de 2025, en respuesta directa a una serie de declaraciones de Dmitry Medvedev, vicepresidente del Consejo de Seguridad ruso y ex presidente de Rusia. La decisión del gobierno estadounidense fue anunciada luego de que Medvedev, a través de su cuenta de Twitter, calificara las amenazas de Trump de imponer sanciones económicas a Rusia como un “paso hacia la guerra”.
Trump no aclaró si los submarinos involucrados son modelos nucleares con armamento o solo propulsados por energía nuclear, en cumplimiento con las normas de confidencialidad que rigen el despliegue de activos estratégicos estadounidenses. Tampoco se reveló la ubicación de las embarcaciones, respetando el procedimiento rutinario del Pentágono de mantener la “ambigüedad estratégica” en operativos de esta naturaleza.
El detonante de la escalada fue la reacción de Medvedev a la reducción, por parte de Trump, del plazo otorgado a Rusia para alcanzar un acuerdo de paz en Ucrania. Mientras que el plazo previo era de 50 días, el presidente estadounidense lo acortó drásticamente a 10 días, advirtiendo con sanciones secundarias en caso de incumplimiento. Medvedev reaccionó públicamente señalando el riesgo de que “cada nuevo ultimátum es una amenaza y un paso hacia la guerra, no solo entre Rusia y Ucrania, sino también con Estados Unidos”. En sus redes sociales agregó: “No entre Rusia y Ucrania, sino con su propio país. ¡No siga el camino de Sleepy Joe!”.
Como consecuencia directa del anuncio estadounidense, la bolsa de valores de Moscú registró una caída. El secretario de Defensa de Estados Unidos declinó dar detalles adicionales sobre la naturaleza o la misión específica de los submarinos movilizados.
Las tensiones entre Washington y Moscú continúan incrementándose, especialmente después de reportes publicados en julio sobre el uso récord de 6,443 drones por parte de Rusia en territorio ucraniano, cifra que ha contribuido a la escalada de la confrontación en la región.
La orden ejecutiva firmada por Trump evidencia un creciente deterioro en la relación bilateral, incrementando la incertidumbre y el riesgo regional ante la falta de una solución diplomática al conflicto en Ucrania.