La decisión del Gobierno venezolano de suspender la señal de Deutsche Welle (DW) en español de las operadoras de cable en el país ha provocado un profundo debate sobre la libertad de expresión y la censura en Venezuela. La acción se tomó después de que el canal emitiera un reportaje en el que se describía a Venezuela como el segundo país más corrupto del mundo, según un estudio de Transparencia Internacional. El informe también abordaba la existencia del Cartel de los Soles, una red criminal de tráfico de drogas y oro, implicando a altos militares y políticos venezolanos.
Freddy Ñáñez, Ministro de Comunicación e Información del Gobierno de Venezuela, acusó al canal alemán de "difundir contenido y promoción de propaganda de odio" contra el país. Esta no es la primera vez que el gobierno de Maduro retira del aire a medios internacionales por reportajes críticos, siguiendo una tendencia preocupante de restricciones a la libertad de prensa. Medios como CNN en español y las colombianas RCN y Caracol Radio han enfrentado destinos similares en años anteriores.
La reacción internacional ante esta medida no se hizo esperar. Peter Limbourg, director general de DW, instó al gobierno venezolano a restablecer la transmisión del canal, destacando la importancia de la libertad de información para la sociedad venezolana. La decisión de Maduro también ha sido calificada como un ataque directo a la libertad de expresión, en un país donde la prensa ya enfrenta numerosos desafíos y limitaciones.
En respuesta, organizaciones y sindicatos de periodistas, tanto nacionales como internacionales, han condenado la acción del gobierno, señalando que actos como este socavan la democracia y el derecho de los ciudadanos a estar informados. La situación de la prensa en Venezuela continúa siendo crítica, con el cierre de medios independientes y la creciente presión sobre los periodistas que intentan cubrir los desafíos que enfrenta el país.