El lunes 8 de abril, el firmamento de Norteamérica fue el escenario de un fenómeno astronómico monumental: un eclipse solar total que capturó la atención de millones de personas en México, Estados Unidos y Canadá. Según reportes, casi 32 millones de personas estuvieron en la trayectoria de totalidad del eclipse, experimentando cómo la luna pasaba frente al sol, cubriéndolo completamente y trayendo la oscuridad en pleno día.
En México, la ciudad de Mazatlán, situada en la costa del Pacífico, fue la primera en presenciar la totalidad del eclipse, que duró cerca de 4 minutos. Posteriormente, la sombra lunar cruzó hacia el norte, abarcando amplias regiones de Estados Unidos, desde Texas hasta Maine, donde ciudades como Dallas y Cleveland se sumergieron en la penumbra, ofreciendo a los residentes y visitantes un espectáculo celestial.

A pesar de los desafíos climáticos, con nubes y lluvias amenazando la visibilidad en algunas áreas, la emoción fue palpable. En Texas, por ejemplo, aunque el cielo estuvo mayormente nublado, los claros momentáneos permitieron a los espectadores disfrutar de la vista. Asimismo, en otros lugares como Cleveland, la presencia de cielos despejados proporcionó una vista clara y espectacular del eclipse.

Los efectos del eclipse no se limitaron a la vista; muchos reportaron una caída significativa en la temperatura durante la totalidad, junto con cambios en el comportamiento de la fauna. Zoológicos en diversas ciudades, incluyendo Dallas, observaron cómo los animales reaccionaban al oscurecimiento repentino, un testimonio fascinante de cómo los eventos astronómicos afectan la naturaleza.