James Harrison, un australiano de 87 años, ha marcado un hito en la historia de la medicina con su sangre única, que contiene anticuerpos raros capaces de combatir la enfermedad de Rhesus. Esta condición puede causar daño cerebral o incluso la muerte en bebés si la sangre de la madre comienza a atacar las células sanguíneas del bebé. Harrison, apodado “el hombre del brazo dorado”, ha donado su plasma sanguíneo casi cada semana durante 60 años, contribuyendo a salvar las vidas de más de 2.4 millones de bebés australianos.
Desde su primera donación a los 18 años, después de una cirugía mayor en la que la transfusión de sangre le salvó la vida, Harrison se comprometió a ayudar a otros. Años más tarde, los médicos descubrieron que su sangre contenía el anticuerpo necesario para crear inyecciones de Anti-D, un tratamiento vital para combatir la enfermedad de Rhesus. Su sangre ha sido utilizada para producir cada lote de Anti-D en Australia desde 1967, protegiendo a innumerables bebés y sus madres de esta peligrosa condición.
Harrison ha realizado un total de 1,173 donaciones, y aunque ha superado la edad límite para donar en Australia, su legado continúa. Su historia no solo resalta la importancia de la donación de sangre, sino que también subraya cómo un individuo puede tener un impacto monumental en la salud pública. La singularidad de su sangre, con altas concentraciones de estos anticuerpos, ha sido clave en el desarrollo y suministro del tratamiento Anti-D.
El retiro de Harrison representa un momento significativo en la historia médica australiana. Antes del descubrimiento de su sangre única, miles de bebés morían cada año a causa de la enfermedad de Rhesus. Su contribución ha cambiado el curso de la medicina perinatal, salvando no solo vidas actuales sino también asegurando un futuro más seguro para las generaciones venideras.