Francisco, quien ascendió al papado en 2013 y falleció a los 88 años, hizo de la protección ambiental un pilar central de su gestión. Desde la Santa Sede, calificó la destrucción del medio ambiente como un pecado y advirtió sobre los peligros de transformar la creación en un "desierto contaminado lleno de escombros, desolación y suciedad". El pontífice atribuyó la crisis climática a una “sed egoísta e ilimitada de poder”, exhortando a la responsabilidad global.
En 2019, convocó en el Vaticano a líderes de empresas de combustibles fósiles y declaró una emergencia climática global, subrayando la inminencia de las amenazas ambientales. En los últimos meses de su vida, organizó una conferencia dedicada a la “economía del bien común”, enfatizando la necesidad de enfoques económicos más éticos y sostenibles.
Entre los tributos destacados, Simon Stiell, alto funcionario de Naciones Unidas encargado del clima, calificó a Francisco como figura clave en la defensa de la dignidad humana y la acción climática. Laurence Tubiana, reconocida por su rol como arquitecta del Acuerdo de París de 2015, resaltó la influencia y relevancia de Francisco dentro del movimiento climático internacional.
Su principal legado documental fueron dos encíclicas. En 2015, publicó Laudato Si', un documento de 180 páginas que definió el cambio climático como una cuestión global de profundas consecuencias ambientales, sociales, económicas y políticas, además de denunciar la “grave deuda social” de los países ricos hacia los pobres a causa de los daños climáticos. En octubre de 2023, lanzó Laudate Deum, intensificando sus advertencias sobre el daño creciente e irreversible generado por la humanidad, señalando el “punto de quiebre” de la Tierra.
El Papa Francisco abordó la crisis climática como una problemática no solo ambiental, sino también social y ética, insistiendo en la manera desigual en que afecta especialmente a las comunidades marginadas. En Laudato Si' estableció: “Debemos escuchar tanto el grito de la Tierra como el grito de los pobres”.
En Laudate Deum, instó a un cambio de fondo en los estilos de vida irresponsables asociados al modelo occidental y defendió a los manifestantes climáticos, afirmando que sus movilizaciones responden a la falta de acción institucional. Su visión integradora del vínculo entre crisis climática y desigualdad social impulsó iniciativas comunitarias alrededor del mundo.
Líderes globales reconocen en Francisco a un referente cuya voz ha movilizado a la sociedad civil y a actores políticos, consolidando una agenda ética en la lucha por la preservación ambiental y la equidad. Su postura y acciones continúan influenciando tanto a la Iglesia como a movimientos ambientales internacionales.