Mundo

El régimen talibán somete a las mujeres en Afganistán con prohibiciones brutales: sin educación, sin libros y condenadas al aislamiento

Desde la llegada al poder de los talibanes en agosto de 2021, Afganistán enfrenta una grave crisis de derechos humanos, especialmente para mujeres y niñas. Más de 1.5 millones han sido excluidas de la educación superior, mientras las oportunidades laborales y espacios públicos también les han sido drásticamente negados. Organismos internacionales denuncian estas acciones como violaciones flagrantes y obstáculo para el desarrollo del país.

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El régimen talibán somete a las mujeres en Afganistán con prohibiciones brutales: sin educación, sin libros y condenadas al aislamiento

Desde la llegada al poder de los talibanes en agosto de 2021, Afganistán enfrenta una grave crisis de derechos humanos, especialmente para mujeres y niñas. Más de 1.5 millones han sido excluidas de la educación superior, mientras las oportunidades laborales y espacios públicos también les han sido drásticamente negados. Organismos internacionales denuncian estas acciones como violaciones flagrantes y obstáculo para el desarrollo del país.

“Estas restricciones son una guerra contra las mujeres”

– Afirmó Hoda Jaberian, coordinadora de educación de emergencias de la UNESCO.

8/3/2025

La situación de las mujeres y niñas en Afganistán se ha deteriorado drásticamente desde la toma de poder de los talibanes en agosto de 2021. Alrededor de 1.5 millones de niñas han sido privadas de educación tras las prohibiciones de asistir a escuelas secundarias y universidades. Estas restricciones han significado un golpe devastador para los derechos de las mujeres, limitando significativamente su desarrollo personal y profesional.

El acceso a oportunidades laborales también se ha visto fuertemente afectado: en el sector de los medios de comunicación, por ejemplo, el número de mujeres trabajadoras pasó de 2,756 antes del cambio de régimen a tan solo 893 en la actualidad. En nueve provincias del país ya no hay mujeres empleadas en esta industria. Por otro lado, las mujeres tampoco pueden trabajar en organizaciones gubernamentales o no gubernamentales, ni tienen permitido viajar largas distancias sin la compañía de un pariente masculino.

Además, las leyes impuestas por el Ministerio de Vice y Virtud de los talibanes endurecen estas restricciones al prohibir que las voces femeninas sean escuchadas públicamente y exigir que los rostros de las mujeres permanezcan ocultos fuera de sus hogares. Espacios públicos como parques, baños públicos, salones y áreas de recreación están completamente vetados para las afganas.

La respuesta internacional se ha centrado en la condena y el llamamiento a una acción inmediata. La Misión de Asistencia de la ONU en Afganistán (UNAMA) ya expresó que estas políticas equivalen a una \"borradura progresiva de mujeres y niñas de la vida pública\", lo que representa una clara violación a los derechos humanos fundamentales. En el mismo sentido, Adela Raz, exembajadora afgana en Estados Unidos, subrayó que la falta de derechos para las mujeres sigue siendo una de las razones principales por las cuales ningún país ha reconocido formalmente al régimen talibán.

A pesar de las restricciones, las afganas demuestran resistencia. Muchas continúan su educación en escuelas clandestinas, a menudo realizadas de forma virtual o en pequeños grupos presenciales. UNESCO sigue abogando por el restablecimiento de los derechos de las mujeres afganas e insta a la comunidad internacional a prestar atención prioritaria a esta crisis. Hoda Jaberian, representante de dicha organización, describió las prohibiciones como una “guerra contra las mujeres”.

Por su parte, los talibanes han defendido estas políticas argumentando que son consistentes con la ley islámica. Sin embargo, en la práctica, las mujeres afganas manifiestan temor e incertidumbre sobre su futuro, pues se sienten marginadas y sin derechos esenciales que les permitan contribuir a la sociedad.

El impacto de estas restricciones va más allá de lo individual y pone en riesgo el desarrollo de Afganistán como país. La exclusión de las mujeres, que constituyen casi la mitad de la población, supone un grave obstáculo para el progreso económico y social de la nación. Organismos internacionales han descartado el reconocimiento del régimen hasta que se restablezcan los derechos fundamentales de las mujeres y las niñas.

En medio de la prohibición educativa, se estima que cientos de niñas afganas persisten en su aprendizaje a través de plataformas en línea y clases clandestinas, arriesgándose a severos castigos con tal de mantener viva su esperanza de un futuro mejor.

Algo Curioso

“Estas restricciones son una guerra contra las mujeres”

– Afirmó Hoda Jaberian, coordinadora de educación de emergencias de la UNESCO.

Mar 8, 2025
Colglobal News

La situación de las mujeres y niñas en Afganistán se ha deteriorado drásticamente desde la toma de poder de los talibanes en agosto de 2021. Alrededor de 1.5 millones de niñas han sido privadas de educación tras las prohibiciones de asistir a escuelas secundarias y universidades. Estas restricciones han significado un golpe devastador para los derechos de las mujeres, limitando significativamente su desarrollo personal y profesional.

El acceso a oportunidades laborales también se ha visto fuertemente afectado: en el sector de los medios de comunicación, por ejemplo, el número de mujeres trabajadoras pasó de 2,756 antes del cambio de régimen a tan solo 893 en la actualidad. En nueve provincias del país ya no hay mujeres empleadas en esta industria. Por otro lado, las mujeres tampoco pueden trabajar en organizaciones gubernamentales o no gubernamentales, ni tienen permitido viajar largas distancias sin la compañía de un pariente masculino.

Además, las leyes impuestas por el Ministerio de Vice y Virtud de los talibanes endurecen estas restricciones al prohibir que las voces femeninas sean escuchadas públicamente y exigir que los rostros de las mujeres permanezcan ocultos fuera de sus hogares. Espacios públicos como parques, baños públicos, salones y áreas de recreación están completamente vetados para las afganas.

La respuesta internacional se ha centrado en la condena y el llamamiento a una acción inmediata. La Misión de Asistencia de la ONU en Afganistán (UNAMA) ya expresó que estas políticas equivalen a una \"borradura progresiva de mujeres y niñas de la vida pública\", lo que representa una clara violación a los derechos humanos fundamentales. En el mismo sentido, Adela Raz, exembajadora afgana en Estados Unidos, subrayó que la falta de derechos para las mujeres sigue siendo una de las razones principales por las cuales ningún país ha reconocido formalmente al régimen talibán.

A pesar de las restricciones, las afganas demuestran resistencia. Muchas continúan su educación en escuelas clandestinas, a menudo realizadas de forma virtual o en pequeños grupos presenciales. UNESCO sigue abogando por el restablecimiento de los derechos de las mujeres afganas e insta a la comunidad internacional a prestar atención prioritaria a esta crisis. Hoda Jaberian, representante de dicha organización, describió las prohibiciones como una “guerra contra las mujeres”.

Por su parte, los talibanes han defendido estas políticas argumentando que son consistentes con la ley islámica. Sin embargo, en la práctica, las mujeres afganas manifiestan temor e incertidumbre sobre su futuro, pues se sienten marginadas y sin derechos esenciales que les permitan contribuir a la sociedad.

El impacto de estas restricciones va más allá de lo individual y pone en riesgo el desarrollo de Afganistán como país. La exclusión de las mujeres, que constituyen casi la mitad de la población, supone un grave obstáculo para el progreso económico y social de la nación. Organismos internacionales han descartado el reconocimiento del régimen hasta que se restablezcan los derechos fundamentales de las mujeres y las niñas.

En medio de la prohibición educativa, se estima que cientos de niñas afganas persisten en su aprendizaje a través de plataformas en línea y clases clandestinas, arriesgándose a severos castigos con tal de mantener viva su esperanza de un futuro mejor.

La situación de las mujeres y niñas en Afganistán se ha deteriorado drásticamente desde la toma de poder de los talibanes en agosto de 2021. Alrededor de 1.5 millones de niñas han sido privadas de educación tras las prohibiciones de asistir a escuelas secundarias y universidades. Estas restricciones han significado un golpe devastador para los derechos de las mujeres, limitando significativamente su desarrollo personal y profesional.

El acceso a oportunidades laborales también se ha visto fuertemente afectado: en el sector de los medios de comunicación, por ejemplo, el número de mujeres trabajadoras pasó de 2,756 antes del cambio de régimen a tan solo 893 en la actualidad. En nueve provincias del país ya no hay mujeres empleadas en esta industria. Por otro lado, las mujeres tampoco pueden trabajar en organizaciones gubernamentales o no gubernamentales, ni tienen permitido viajar largas distancias sin la compañía de un pariente masculino.

Además, las leyes impuestas por el Ministerio de Vice y Virtud de los talibanes endurecen estas restricciones al prohibir que las voces femeninas sean escuchadas públicamente y exigir que los rostros de las mujeres permanezcan ocultos fuera de sus hogares. Espacios públicos como parques, baños públicos, salones y áreas de recreación están completamente vetados para las afganas.

La respuesta internacional se ha centrado en la condena y el llamamiento a una acción inmediata. La Misión de Asistencia de la ONU en Afganistán (UNAMA) ya expresó que estas políticas equivalen a una \"borradura progresiva de mujeres y niñas de la vida pública\", lo que representa una clara violación a los derechos humanos fundamentales. En el mismo sentido, Adela Raz, exembajadora afgana en Estados Unidos, subrayó que la falta de derechos para las mujeres sigue siendo una de las razones principales por las cuales ningún país ha reconocido formalmente al régimen talibán.

A pesar de las restricciones, las afganas demuestran resistencia. Muchas continúan su educación en escuelas clandestinas, a menudo realizadas de forma virtual o en pequeños grupos presenciales. UNESCO sigue abogando por el restablecimiento de los derechos de las mujeres afganas e insta a la comunidad internacional a prestar atención prioritaria a esta crisis. Hoda Jaberian, representante de dicha organización, describió las prohibiciones como una “guerra contra las mujeres”.

Por su parte, los talibanes han defendido estas políticas argumentando que son consistentes con la ley islámica. Sin embargo, en la práctica, las mujeres afganas manifiestan temor e incertidumbre sobre su futuro, pues se sienten marginadas y sin derechos esenciales que les permitan contribuir a la sociedad.

El impacto de estas restricciones va más allá de lo individual y pone en riesgo el desarrollo de Afganistán como país. La exclusión de las mujeres, que constituyen casi la mitad de la población, supone un grave obstáculo para el progreso económico y social de la nación. Organismos internacionales han descartado el reconocimiento del régimen hasta que se restablezcan los derechos fundamentales de las mujeres y las niñas.

En medio de la prohibición educativa, se estima que cientos de niñas afganas persisten en su aprendizaje a través de plataformas en línea y clases clandestinas, arriesgándose a severos castigos con tal de mantener viva su esperanza de un futuro mejor.

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