El fenómeno de acoplamiento inter-cerebral, nunca antes observado entre especies diferentes, ha sido descubierto por un equipo de investigadores de la Academia China de Ciencias. Mediante el uso de electrodos para medir la actividad cerebral de diez beagles jóvenes y humanos desconocidos, se ha constatado que la actividad sincrónica en las regiones frontal y parietal aumenta significativamente durante miradas mutuas y caricias.

Durante el curso de cinco días, los investigadores registraron un notable incremento en la correlación de actividad en la región frontal, escalando de 0.09 ± 0.03 el primer día a 0.37 ± 0.03 el quinto día. Asimismo, la conexión en las regiones parietales incrementó desde 0.06 ± 0.03 al inicio del estudio a 0.40 ± 0.05 al final del periodo. Estos resultados evidencian una sincronización cerebro-cerebral prominente entre humanos y perros, especialmente durante la interacción no verbal.

El estudio también reveló que la dirección de esta sincronización era mayoritariamente de humanos a perros, subrayando el papel de los humanos en liderar estas interacciones neurológicas. Adicionalmente, los investigadores observaron que los perros con mutaciones en el gen SHANK3, asociadas a trastornos del espectro autista, presentaron correlaciones significativamente menores en la actividad cerebral durante las interacciones. Los perros mutantes mostraron una correlación de 0.023 ± 0.013 en las regiones frontales y 0.024 ± 0.012 en las parietales, en contraste con los 0.22 ± 0.022 y 0.21 ± 0.024 de los perros sanos, respectivamente.
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Una intervención con LSD (7.5 µg/kg) en los perros mutantes resultó en una mejora notoria en la sincronización cerebral, alcanzando 0.13 ± 0.027 en las regiones frontales y 0.12 ± 0.028 en las parietales tras 24 horas de administración. Estos resultados sugieren que el LSD podría tener un potencial terapéutico para mejorar los déficits sociales asociados con trastornos del espectro autista.
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El estudio, publicado en la revista Advanced Science, subraya la importancia del acoplamiento inter-cerebral como un posible biomarcador para el diagnóstico de TEA, además de abrir nuevas vías de investigación sobre las conexiones neurológicas entre humanos y otras especies.