Japón continúa posicionándose a la vanguardia de la investigación energética con el desarrollo del satélite OHISAMA, cuyo lanzamiento experimental está programado para 2025. Este satélite, con un peso aproximado de 180 kilogramos, estará ubicado a una altitud de 400 kilómetros sobre la Tierra y ha sido diseñado para recolectar energía solar, almacenarla en una batería a bordo y transmitir aproximadamente 1 kilovatio de energía por microondas a una estación receptora terrestre.
El sistema incorpora un panel fotovoltaico de 2 metros cuadrados instalado en el satélite, que se empleará para capturar la luz solar. Una vez almacenada la energía, el satélite, que orbita a una velocidad de 28,000 km/h, enviará la energía acumulada a la Tierra en transmisiones que apenas durarán unos minutos. El proceso de recarga de la batería del satélite requerirá varios días entre cada transmisión.
La configuración del sistema receptor en tierra ha sido planificada para compensar la alta velocidad orbital del satélite. Los elementos receptores estarán desplegados a lo largo de 40 kilómetros, con una separación de 5 kilómetros entre cada uno, permitiendo captar eficientemente la energía transmitida. En Suwa, Japón, ya se proyecta la instalación de 13 receptores en una superficie de 600 metros cuadrados, donde las microondas serán transformadas nuevamente en electricidad.
Antes del envío del satélite, se llevarán a cabo pruebas terrestres en diciembre de 2025, utilizando un avión equipado con un panel fotovoltaico idéntico al de OHISAMA. Esta aeronave transmitirá energía a microondas sobre una distancia de entre 5 y 7 kilómetros, validando así el funcionamiento de los sistemas de transmisión y recepción antes del ensayo orbital.
La idea de la energía solar espacial fue propuesta por Peter Glaser en 1968, pero durante décadas se consideró inviable debido a los elevados costos y las limitaciones tecnológicas. El abaratamiento de lanzamientos gracias a cohetes como el Starship de SpaceX, junto con los recientes avances en robótica y sistemas inalámbricos, ha retomado el interés por este tipo de proyectos.
Sin embargo, los desafíos económicos persisten: de acuerdo con estimaciones de la NASA, el costo de la energía generada por sistemas solares espaciales podría alcanzar los 61 centavos por kilovatio-hora, notablemente superior a los 5 centavos del kilovatio-hora de la energía solar o eólica terrestre más competitiva.
OHISAMA se convierte así en un paso experimental crucial para demostrar la factibilidad técnica de transmitir energía solar desde el espacio a la Tierra, abriendo la posibilidad de proveer energía de forma continua, sin depender de la variabilidad de las condiciones atmosféricas.