El código Enigma, empleado por la Alemania nazi durante la Segunda Guerra Mundial, fue uno de los sistemas criptográficos más avanzados de su época y llegó a ser considerado irrompible. Este cifrado dependía de una máquina electromecánica con tres rotores, cada uno con 26 posiciones posibles, un reflector interno y un panel de enchufes que intercambiaba pares de letras. La particularidad del Enigma radicaba en que, incluso si se pulsaba la misma tecla repetidas veces, se obtenía una letra diferente cada vez, y sus ajustes se modificaban a diario, incrementando exponencialmente el número de combinaciones posibles.
En 1943, el equipo de Alan Turing, apoyado en la invención de las máquinas "Bombes", logró descifrar los mensajes nazis a un ritmo de hasta dos mensajes por minuto. No obstante, este avance requería un proceso exhaustivo de fuerza bruta y más de un año de trabajo conjunto de matemáticos e ingenieros. Entre las debilidades del Enigma, identificadas por el Dr. Mustafa A Mustafa de la Universidad de Manchester, destaca la imposibilidad de que una letra se representase a sí misma tras ser cifrada, lo que facilitó el ataque automatizado para encontrar la configuración diaria.
En la actualidad, la recreación de la lógica de las "Bombes" en software convencional es una tarea sencilla. Sistemas de inteligencia artificial modernos, como el caso de una IA entrenada con literatura alemana y operando con 2,000 servidores virtuales, han logrado descifrar mensajes cifrados por Enigma en tan solo 13 minutos, empleando técnicas modernas de análisis estadístico y computación de gran velocidad. Este salto exponencial en capacidad de cálculo contrasta con los meses de trabajo manual y mecánico requeridos en la época de Turing.
Sin embargo, expertos advierten que los avances en capacidad de cómputo no invalidan la robustez de sistemas criptográficos contemporáneos como el cifrado Rivest-Shamir-Adleman (RSA), introducido en 1977 y basado en la factorización de grandes números primos. Según Wooldridge, la técnica de fuerza bruta que permite descifrar el Enigma en minutos hoy en día no sería efectiva contra el RSA, debido a la complejidad inherente al factorizar enormes números primos. Aun así, el desarrollo de ordenadores cuánticos plantea potenciales desafíos futuros para la seguridad de la información y obligaría a crear nuevos métodos de protección de datos.
El esfuerzo histórico de descifrar Enigma marcó un punto de inflexión en la Segunda Guerra Mundial, con un éxito que tomó más de un año de trabajo y que alteró significativamente el rumbo del conflicto. Hoy, la inteligencia artificial ha demostrado que desafíos criptográficos considerados insuperables en el siglo XX pueden ser resueltos en minutos con la tecnología disponible en el siglo XXI.