El desarrollo del material, impulsado por científicos de la Universidad Estatal de Montana, emplea micelio –la red de filamentos de los hongos– en combinación con células bacterianas, conformando una bioplataforma que se auto-repara y tiene una funcionalidad mínima de un mes. Este avance representa una alternativa relevante ante el concreto, cuya producción convencional está vinculada con entre 5% y 8% de las emisiones de dióxido de carbono de origen antropogénico a nivel mundial.
La estructura del material es biomineralizada: incorpora minerales generados por microorganismos vivos, lo que posibilita no solo autorreparación tras daños o contaminación, sino también un régimen de producción ambientalmente sustentable. Para aumentar su durabilidad, los investigadores integraron bacterias que activan mecanismos de restauración ante daños estructurales, incrementando la vida útil respecto a otros materiales basados en micelio.
A diferencia de materiales fúngicos de vida útil limitada, el nuevo compuesto se mantiene activo y viable por al menos cuatro semanas cuando es sometido a temperaturas de hasta 30°C, con expectativas de extender este periodo mediante investigación adicional. Este material aprovecha residuos de organismos anteriormente vivos, reintegrando flujos orgánicos al ciclo de producción y reforzando la circularidad del proceso.
En términos estructurales, los investigadores utilizaron micelio de la especie Neurospora crassa como andamiaje durante un proceso de fabricación a bajas temperaturas, posibilitando la obtención de geometrías intrincadas inspiradas en el hueso cortical humano. Los ensayos demostraron que los andamiajes de micelio mineralizados con bacterias presentaron una rigidez un 632% y 230% mayor en comparación con andamiajes auto-mineralizados en condiciones distintas, lo que respalda el potencial de este material para aplicaciones estructurales. Además, se observó en estudios experimentales que la eficiencia de biomineralización es elevada, documentando una pérdida de masa oscilante entre 50.9% y 63.9% en pruebas de digestión ácida.
Aunque todavía persisten limitaciones en la resistencia comparativa con el concreto tradicional para ciertos usos, la investigación prosigue con el objetivo de aumentar y diversificar las aplicaciones prácticas de este biomaterial en la construcción. Los resultados han sido destacados como una innovación que puede reducir considerablemente el impacto ambiental de la industria de la construcción, al emplear materias primas renovables y técnicas de autorreparación microbiana que favorecen su longevidad y funcionalidad.