La emblemática fotografía de una montaña de cráneos de bisontes, capturada en 1892 en Michigan Carbon Works, Rougeville, se ha convertido en un símbolo impactante de la devastación causada al bisonte americano a finales del siglo XIX. A finales del siglo XVIII, se estimaba que la población de bisontes en América del Norte oscilaba entre 30 y 60 millones de individuos. Sin embargo, debido a la intensa colonización del Oeste y la llegada masiva de cazadores en busca de pieles y huesos, esta cifra se redujo drásticamente.
Entre 1850 y finales de 1870, la caza intensiva casi llevó a la extinción al bisonte, con la mayoría de las manadas eliminadas en este período. Los cazadores no solo perseguían a los bisontes por deporte, sino que sus cráneos y demás partes del cuerpo se convirtieron en productos comerciales. Estos cráneos eran recolectados y enviados para su procesamiento en fábricas, produciendo fertilizantes, pegamento y porcelana de hueso, entre otros artículos.
Para el año en que se tomó la fotografía, la población de bisontes salvajes había caído a tan solo 456 ejemplares. La imagen no solo documenta la magnitud de esta exterminación, sino que también subraya la mercantilización de la vida silvestre. La fotografía ha sido ampliamente utilizada en publicaciones dedicadas a la conservación, en documentales e incluso en protestas, sirviendo como un recordatorio visual del impacto negativo de las acciones humanas en el medio ambiente.
La relación entre las naciones indígenas y los bisontes era fundamental, ya que estos animales proveían alimento, ropa y materiales para la vida diaria y eran esenciales en su cultura y espiritualidad. La casi extinción de los bisontes también significó la destrucción de estas profundas relaciones culturales y ecológicas.
En la actualidad, gracias a los esfuerzos de conservación, la población de bisontes salvajes ha aumentado a aproximadamente 31,000 ejemplares en manadas protegidas en América del Norte. A pesar de este progreso, la especie sigue siendo clasificada como "casi amenazada" en la Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, lo que indica que se necesitan medidas de protección adicionales para asegurar su supervivencia a largo plazo. El uso de cráneos de bisontes para fabricar porcelana de hueso es poco conocido, pero este material se usaba comúnmente en la producción de vajillas finas debido a su durabilidad y apariencia translúcida.