El pasado martes, una impresionante tormenta de polvo originada en el desierto del Sahara cubrió Atenas y otras regiones del sur de Grecia. Este fenómeno, que ocurre ocasionalmente, ha convertido el paisaje urbano en un escenario de otro mundo, con tonos que van desde el amarillo hasta el naranja intenso, afectando la visibilidad y la calidad del aire. Las autoridades griegas han emitido advertencias de salud, recomendando a las personas con problemas respiratorios permanecer en interiores tanto como sea posible.
El polvo, arrastrado por fuertes vientos del sur, ha causado no solo un espectáculo visual sino también preocupación por el incremento de partículas finas en el aire. Estas partículas pueden agravar condiciones respiratorias como el asma y otros problemas de salud. Además, la situación ha coincidido con un aumento en la temperatura, lo que ha elevado el riesgo de incendios forestales prematuros en la región, algo que ya se ha comenzado a observar con varios incendios reportados en las últimas 24 horas.
Los efectos de la tormenta de polvo no se limitaron a Grecia; partes de Suiza y el sur de Francia también experimentaron condiciones similares a principios de abril. Esto resalta la magnitud y el alcance del fenómeno, capaz de transportar enormes cantidades de arena y polvo a través de miles de kilómetros. Según expertos, anualmente, el Sahara libera entre 60 y 200 millones de toneladas de polvo mineral, cuyas partículas más finas pueden viajar a través de continentes.