El informe de UNICEF, publicado coincidiendo con el Día Internacional de la Mujer, subraya la dramática situación que enfrentan millones de mujeres y niñas en todo el mundo, sometidas a la mutilación genital femenina (MGF), una práctica que no solo constituye una violación flagrante de sus derechos humanos sino que también tiene graves consecuencias físicas, psicológicas y sociales. A pesar de los esfuerzos internacionales y el progreso en algunos países para combatir esta práctica, el aumento poblacional en regiones donde la MGF es más común ha contribuido a un incremento del 15% en el número de mujeres y niñas afectadas, superando los 230 millones de casos.
Los datos revelan que África sigue siendo el continente con mayor número de víctimas de MGF, con 144 millones de casos, seguido por Asia con 80 millones y el Medio Oriente con 6 millones. La práctica implica la remoción parcial o total de los genitales femeninos externos, lo que puede causar sangrado fatal, infecciones, problemas de fertilidad, complicaciones en el parto y relaciones sexuales dolorosas.

La situación es particularmente crítica en países como Somalia, Guinea, Djibouti, Egipto, Sudán y Mali, donde las tasas de prevalencia son altísimas. Estos países, además, enfrentan desafíos adicionales como conflictos, shocks climáticos e inseguridad alimentaria, lo que dificulta la entrega de programas de apoyo a las niñas. Aunque en algunos lugares, como Kenia, se ha logrado un declive en la práctica gracias a la criminalización de la MGF en 2011, aún existen comunidades donde la ejecución y el progreso en la lucha contra la MGF han quedado estancados.