Los incendios forestales en Chile han provocado una emergencia sin precedentes en el país, con equipos de emergencia y voluntarios trabajando incansablemente para combatir las llamas y buscar sobrevivientes. Desde el viernes, cuando los incendios ganaron impulso y se extendieron a áreas residenciales, la situación se ha vuelto cada vez más crítica. Las ciudades de Valparaíso y Viña del Mar han sido algunas de las más afectadas, con relatos de residentes que describen escenas dantescas, donde las llamas consumieron casas en minutos, impulsadas por fuertes vientos y "grandes bolas de fuego".
Jacqueline Atenas, de 63 años, comparó la devastación en su vecindario con una "zona de guerra", después de regresar a los restos de su hogar solo para encontrar ruinas. La rapidez con la que las llamas se propagaron, alimentadas por el viento, dejó poco margen para la evacuación o la salvación de pertenencias. Luis Parra, otro residente afectado, relató cómo logró escapar con su familia, pero lamentablemente su hermana y su padre ciego no corrieron la misma suerte y fueron encontrados muertos cerca de su hogar.
La magnitud de la tragedia se refleja en las cifras oficiales que reportan 112 muertos hasta el momento, y se teme que el número aumente a medida que avanzan las labores de búsqueda y rescate. La descripción de los eventos por parte de los sobrevivientes pinta un cuadro de desesperación y horror, con familias enteras perdiendo todo en cuestión de minutos y barrios enteros reducidos a cenizas.
El gobierno chileno ha declarado un período oficial de duelo de dos días, mientras continúa la búsqueda de cientos de personas desaparecidas y se evalúan los daños a unas 14,000 viviendas. Las imágenes capturadas por drones muestran la extensión de la destrucción, con vecindarios enteros arrasados y vehículos calcinados en las calles. La respuesta ha incluido la imposición de toques de queda en las regiones más afectadas y el despliegue del ejército para asistir en los esfuerzos de contención de los incendios.