El sistema solar recién descubierto, ubicado en la constelación de Coma Berenices, presenta una rara sincronización orbital entre sus seis planetas. Este fenómeno, conocido como resonancia orbital, sugiere que el sistema ha permanecido prácticamente inalterado desde su formación hace miles de millones de años. Los planetas, clasificados como sub-Neptunos, son más grandes que la Tierra pero más pequeños que Neptuno, y orbitan su estrella en un patrón regular y predecible.
El descubrimiento fue posible gracias a la colaboración entre los satélites cazadores de planetas de la NASA (TESS) y la Agencia Espacial Europea (CHEOPS). Los investigadores, utilizando datos de ambos satélites y modelos matemáticos de interacciones gravitacionales, lograron predecir la existencia de los seis planetas y su inusual coreografía orbital. Esta precisión en la resonancia sugiere que los planetas han estado en esta formación desde su nacimiento.