Las siestas diurnas han sido objeto de estudio durante mucho tiempo en relación con la salud cerebral. Investigadores han descubierto que tomar una siesta corta durante el día podría estar asociado con un mayor volumen cerebral. Esto es relevante ya que la disminución del tamaño del cerebro, un proceso que ocurre con la edad, se acelera en personas con problemas cognitivos y enfermedades neurodegenerativas. Algunos estudios incluso han relacionado esta disminución con problemas de sueño.
Por otro lado, investigaciones anteriores han sugerido que las siestas largas podrían ser un síntoma temprano de la enfermedad de Alzheimer. Sin embargo, otras investigaciones han revelado que una breve siesta puede mejorar la capacidad de aprendizaje de las personas. Estos hallazgos sugieren que las siestas regulares podrían ofrecer cierta protección contra la neurodegeneración, compensando así un sueño deficiente.
El equipo de investigación, utilizando datos del estudio UK Biobank, analizó la relación entre las variantes genéticas asociadas con las siestas diurnas habituales y el volumen cerebral, la cognición y otros aspectos de la salud cerebral. El estudio encontró una asociación entre la predisposición genética a las siestas diurnas habituales y un mayor volumen cerebral, equivalente a 2.6 a 6.5 años menos de envejecimiento.