El nuevo estudio analizó datos de seguimiento de más de 47,000 enfermeras desde la década de 1970, a quienes se les preguntó periódicamente sobre sus hábitos alimenticios, incluyendo consumo de café, té y refrescos de cola. En 2016, los investigadores identificaron poco más de 3,700 mujeres que cumplían los criterios de "envejecimiento saludable": 70 años o más, buena salud física y mental, sin deterioro cognitivo ni problemas de memoria y libres de 11 enfermedades crónicas, como cáncer, diabetes tipo 2, enfermedad cardíaca, insuficiencia renal, enfermedad de Parkinson y esclerosis múltiple.
El análisis reveló que quienes consumían la mayor cantidad de cafeína –equivalente a cerca de siete tazas de café de 237 ml diarias– entre los 45 y 60 años, tenían una probabilidad de envejecimiento saludable un 13 % mayor en comparación con quienes tomaban menos de una taza diaria. El estudio ajustó variables como dieta general, nivel de ejercicio y consumo de tabaco. No se observó asociación entre el envejecimiento saludable y el consumo de té o café descafeinado, lo que podría deberse a que la ingesta de estos productos fue notablemente menor entre las participantes. El consumo de refrescos de cola sí se asoció con una disminución significativa de las probabilidades de envejecimiento saludable.
Sara Mahdavi, profesora adjunta de ciencias de la nutrición en la Universidad de Toronto y líder del proyecto, explicó que los resultados no implican necesariamente que consumir hasta siete tazas diarias de café sea recomendable para todos, y advirtió que, de acuerdo a otras investigaciones, los beneficios del café podrían estabilizarse o reducirse al superar el consumo de tres o cuatro tazas diarias.
Una revisión de estudios previos señala que quienes beben una a tres tazas de café diariamente presentan aproximadamente un 15 % menos de probabilidades de morir en los siguientes nueve a once años, en comparación con quienes no lo consumen. Sin embargo, este efecto positivo desaparece en personas que añaden más de media cucharadita de azúcar o más de un gramo de grasa saturada (como una cucharada de crema o 3,5 cucharadas de leche entera) por taza de café.
De acuerdo con investigaciones acumuladas, el consumo regular de café se asocia también con un menor riesgo de enfermedades cardíacas, diabetes tipo 2, enfermedad de Parkinson, patologías hepáticas, osteoporosis y ciertos tipos de cáncer, aunque estos hallazgos provienen mayoritariamente de estudios observacionales que no pueden demostrar causalidad.
Los mecanismos detrás de estos beneficios aún no están plenamente comprendidos. En modelos animales, la cafeína ha demostrado mejorar la memoria y proteger las neuronas. En humanos, se han hallado vínculos entre el consumo de café regular (no descafeinado) y un menor riesgo de enfermedad de Parkinson. Además, tanto el café normal como el descafeinado contienen cientos de compuestos químicos con potencial para reducir la inflamación y prevenir daños celulares.
Aunque el estudio presentado no halló beneficios asociados al café descafeinado, otras investigaciones lo vinculan, junto al café con cafeína, con menores tasas de diabetes tipo 2 y algunas otras afecciones. El té, aunque sin mostrar beneficios en este estudio específico para envejecimiento saludable, se ha relacionado en otras investigaciones con mejor salud cardiovascular y mayor longevidad.
Expertos advierten que, a pesar de la consistencia de los datos observacionales a favor del café, estos no prueban de manera definitiva una relación causal. Además, el café puede tener efectos adversos en algunas personas, como alterar el sueño o provocar ansiedad.
En conclusión, el consumo regular de café podría estar vinculado a un envejecimiento saludable, siempre que se evite añadir cantidades elevadas de azúcar o grasa y se beba en cantidades moderadas. El conocimiento científico actual respalda mantener hábitos saludables amplios, incluyendo dieta equilibrada, ejercicio, buen descanso y vida social activa, para lograr una mejor salud y longevidad.