Un equipo de investigadores de la Universidad de Bristol ha descubierto que el estrés humano influye en el comportamiento y la toma de decisiones de los perros. En el estudio participaron 18 parejas de perros y sus dueños, quienes fueron expuestos a olores derivados de muestras de sudor y aliento de humanos bajo estrés, inducido durante una prueba de matemáticas, y de humanos en estado de relajación, mientras veían videos de naturaleza.
Para evaluar el impacto de los olores sobre los perros, se diseñó una prueba de optimismo/pesimismo. En esta prueba, los perros fueron entrenados para asociar un tazón en una ubicación específica con comida (premio) y otro tazón en una ubicación diferente con la ausencia de comida. Los resultados mostraron que en presencia de olores de estrés, los perros se acercaron más lentamente a un tazón en una ubicación ambigua, cercana a la del tazón vacío, sugiriendo una actitud más cautelosa y menos optimista.
Los datos obtenidos indicaron una disminución en la propensión de los perros a acercarse al tazón en la ubicación cercana-negativa (NN), con un hazard ratio (HR) de 0.53. En la ubicación cercana-positiva (NP), el HR fue de 0.72, y en la ubicación media (M), el HR fue de 0.47. Estos resultados destacan una disminución notable en la probabilidad de acercarse a estos tazones en presencia de olores de estrés.
Además, los perros aprendieron más rápido sobre la presencia o ausencia de comida en las ubicaciones entrenadas cuando estaban expuestos a olores de estrés. No se observaron efectos similares con olores de humanos relajados. Estos hallazgos sugieren que el estrés humano puede moldear directamente el comportamiento y la cognición de los perros.
Las implicaciones del estudio son significativas, sobre todo para el bienestar de los perros en entornos de alto estrés, como perreras o durante el entrenamiento de perros de asistencia. Se observó un aumento en los niveles de cortisol salival en los donantes humanos durante la inducción de estrés, confirmando así la efectividad del protocolo de estrés utilizado.
Este estudio resalta la necesidad de considerar el bienestar emocional de los perros en situaciones donde los humanos están bajo estrés, ya que sus comportamientos y capacidad de aprendizaje pueden verse afectados. Es la primera vez que se demuestra científicamente que los olores de estrés humano pueden influir en la cognición y las emociones de los perros, abriendo un campo de estudio relevante para mejorar las condiciones de vida de estos animales. Los perros tienen un sentido del olfato entre 10.000 y 100.000 veces más sensible que el de los humanos, lo que les permite detectar incluso las sutilezas en los cambios emocionales a través de los olores.
Un equipo de investigadores de la Universidad de Bristol ha descubierto que el estrés humano influye en el comportamiento y la toma de decisiones de los perros. En el estudio participaron 18 parejas de perros y sus dueños, quienes fueron expuestos a olores derivados de muestras de sudor y aliento de humanos bajo estrés, inducido durante una prueba de matemáticas, y de humanos en estado de relajación, mientras veían videos de naturaleza.
Para evaluar el impacto de los olores sobre los perros, se diseñó una prueba de optimismo/pesimismo. En esta prueba, los perros fueron entrenados para asociar un tazón en una ubicación específica con comida (premio) y otro tazón en una ubicación diferente con la ausencia de comida. Los resultados mostraron que en presencia de olores de estrés, los perros se acercaron más lentamente a un tazón en una ubicación ambigua, cercana a la del tazón vacío, sugiriendo una actitud más cautelosa y menos optimista.
Los datos obtenidos indicaron una disminución en la propensión de los perros a acercarse al tazón en la ubicación cercana-negativa (NN), con un hazard ratio (HR) de 0.53. En la ubicación cercana-positiva (NP), el HR fue de 0.72, y en la ubicación media (M), el HR fue de 0.47. Estos resultados destacan una disminución notable en la probabilidad de acercarse a estos tazones en presencia de olores de estrés.
Además, los perros aprendieron más rápido sobre la presencia o ausencia de comida en las ubicaciones entrenadas cuando estaban expuestos a olores de estrés. No se observaron efectos similares con olores de humanos relajados. Estos hallazgos sugieren que el estrés humano puede moldear directamente el comportamiento y la cognición de los perros.
Las implicaciones del estudio son significativas, sobre todo para el bienestar de los perros en entornos de alto estrés, como perreras o durante el entrenamiento de perros de asistencia. Se observó un aumento en los niveles de cortisol salival en los donantes humanos durante la inducción de estrés, confirmando así la efectividad del protocolo de estrés utilizado.
Este estudio resalta la necesidad de considerar el bienestar emocional de los perros en situaciones donde los humanos están bajo estrés, ya que sus comportamientos y capacidad de aprendizaje pueden verse afectados. Es la primera vez que se demuestra científicamente que los olores de estrés humano pueden influir en la cognición y las emociones de los perros, abriendo un campo de estudio relevante para mejorar las condiciones de vida de estos animales. Los perros tienen un sentido del olfato entre 10.000 y 100.000 veces más sensible que el de los humanos, lo que les permite detectar incluso las sutilezas en los cambios emocionales a través de los olores.