Forest City, situada en Johor, al sur de Malasia, fue concebida como una metrópolis ecológica con capacidad para casi un millón de personas. Inaugurada en 2016 por Country Garden, la ciudad prometía un entorno de vida idílico con campos de golf, parques acuáticos, oficinas, bares y restaurantes. Sin embargo, ocho años después, el proyecto se ha convertido en un símbolo de los excesos del boom inmobiliario chino y sus consecuencias.
El proyecto, parte de la Iniciativa del Cinturón y Ruta de la Seda de China, atrajo inicialmente a inversores chinos, ofreciendo la posibilidad de poseer una segunda vivienda en el extranjero. A pesar de estas promesas, Forest City ha luchado por atraer residentes y visitantes. Hoy en día, solo el 15% del proyecto se ha completado y, según estimaciones recientes, apenas el 1% del desarrollo total está ocupado.
La experiencia de Nazmi Hanafiah, un ingeniero de TI que alquiló un apartamento en Forest City, es representativa de muchos. Después de solo seis meses, decidió abandonar la ciudad, describiéndola como una "ciudad fantasma". La ubicación aislada de Forest City, construida en islas recuperadas y lejos de la ciudad principal de Johor Bahru, ha sido un factor disuasorio clave para los posibles inquilinos y compradores.