El 13 de junio de 2025, las Fuerzas de Defensa de Israel (IDF) llevaron a cabo decenas de ataques aéreos coordinados contra instalaciones nucleares y objetivos militares en múltiples localidades de Irán. Esta operación, denominada "Am KeLavi" (Nación como un León), constituyó una ofensiva de gran escala que marcó un punto de inflexión en la creciente tensión bilateral.
Las IDF informaron que la primera fase de la operación concluyó con la destrucción de decenas de instalaciones, haciendo uso de numerosos aviones de combate desplegados con el objetivo específico de neutralizar fundamentos estratégicos del programa nuclear iraní. Uno de los complejos atacados fue la planta de enriquecimiento de uranio en Natanz, identificada como una de las piedras angulares en la infraestructura nuclear del país persa.
La televisión estatal iraní confirmó la muerte del comandante de la Guardia Revolucionaria, Hossein Salami, durante los ataques, así como el fallecimiento de varios científicos nucleares relevantes, incluidos Fereydoun Abbasi y Mohammad Mehdi Tehranchi. Explosiones de considerable magnitud se registraron en distintos puntos de Teherán, capital de Irán, ocasionando múltiples víctimas, aunque no se ha publicado una cifra exacta de los afectados en la capital.
El ministro de Defensa de Israel, Israel Katz, declaró que su país se encontraba en una "situación especial", anticipando una respuesta militar por parte de Irán. Tras los bombardeos, la República Islámica cerró su espacio aéreo indefinidamente para todos los vuelos, mientras que fuentes oficiales advirtieron sobre una inminente represalia con potencial de incluir misiles y drones contra objetivos israelíes en el corto plazo.
El impacto internacional fue inmediato en los mercados energéticos: tras los ataques, el precio del petróleo se disparó más del 7%, alcanzando un máximo de $74.65 por barril, lo que refleja la preocupación mundial acerca de la estabilidad del suministro energético de la región. La Agencia Internacional de Energía Atómica (IAEA) confirmó que una de las infraestructuras atacadas corresponde efectivamente al complejo de Natanz, el cual figura entre los puntos más sensibles para el programa atómico iraní.
Desde la Organización de las Naciones Unidas, el embajador de Israel aclaró que esta ofensiva fue una decisión autónoma, aunque existió coordinación y diálogo previo con Estados Unidos. Por su parte, la administración de Donald Trump, actual presidente de Estados Unidos, había advertido recientemente sobre el riesgo de un “conflicto masivo” en caso de que fracasaran las negociaciones alrededor del desarrollo nuclear iraní. Durante la ofensiva, Trump se encontraba reunido con su Consejo de Seguridad Nacional monitoreando la evolución del conflicto.
En suma, los ataques israelíes del 13 de junio representan uno de los mayores episodios de confrontación directa entre ambos países, con la destrucción de numerosas infraestructuras clave en Irán, la muerte de figuras militares y científicas de alto perfil, y un incremento marcado en las tensiones regionales e internacionales.