Un informe publicado por la Agencia Internacional de la Energía (IEA) alerta que la inteligencia artificial (IA), específicamente a través de los centros de datos dedicados a su desarrollo y operación, impulsará un notable incremento del consumo energético mundial en los próximos años. Según el estudio, la demanda global de electricidad de estos centros pasará de 415 teravatios hora (TWh) en 2024 a 945 TWh en 2030, lo que representa casi un crecimiento del 15% anual. Este escenario coloca el consumo proyectado de los centros de datos de IA en niveles comparables al consumo eléctrico actual de Japón, que es uno de los países más desarrollados del mundo.
En una comparación impactante, el informe señala que, en Estados Unidos, los requerimientos eléctricos para la IA podrían superar la combinación de todo el consumo energético de sectores como la manufactura de acero, cemento, productos químicos y otros bienes que tradicionalmente demandan grandes cantidades de energía.
Uno de los puntos destacados del informe subraya que un solo centro de datos puede consumir la misma cantidad de electricidad que 100,000 hogares. Además, algunos complejos en construcción podrían llegar a consumir hasta 20 veces esta cifra, planteando preocupaciones sobre cómo gestionar este aumento exponencial.
Si bien se proyecta que solo el 50% de esta energía provendrá de fuentes renovables, la IEA mantiene que la IA tiene el potencial de mejorar la eficiencia energética en sectores como el transporte y la industria, lo que podría contribuir a la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero en otras áreas.
Sin embargo, no todo son beneficios. La acelerada adopción de la IA podría revertir los avances obtenidos en el consumo energético de economías avanzadas. La obtención de la energía más accesible para los centros de datos podría derivar en un mayor uso de plantas de gas y carbón, recursos mucho menos sostenibles.
El informe también resalta un desafío crítico en relación con el uso de recursos naturales. Los sistemas de refrigeración de los centros de datos conllevan un elevado consumo de agua, lo que podría agravar la escasez hídrica en regiones áridas.
Respecto al futuro del sector, las opiniones están divididas. Fatih Birol, director ejecutivo de la IEA, sostiene que el impacto positivo o negativo de la IA dependerá del uso que se le otorgue: “La forma en que utilicemos la inteligencia artificial definirá su impacto en el sistema energético global”. Por su parte, Claude Turmes, exministro de energía de Luxemburgo, ha cuestionado el informe por no abordar suficientemente los efectos negativos de la carga energética adicional que supone la IA.
Este informe no solo resalta los retos técnicos y medioambientales, sino también los dilemas éticos y sociales que rodean la evolución de la inteligencia artificial y su intersección con el uso de recursos planetarios. El consumo energético de un solo centro de datos puede superar al promedio combinado de 100,000 hogares, lo que enfatiza el enorme impacto que la IA tiene en las infraestructuras energéticas.
Un informe publicado por la Agencia Internacional de la Energía (IEA) alerta que la inteligencia artificial (IA), específicamente a través de los centros de datos dedicados a su desarrollo y operación, impulsará un notable incremento del consumo energético mundial en los próximos años. Según el estudio, la demanda global de electricidad de estos centros pasará de 415 teravatios hora (TWh) en 2024 a 945 TWh en 2030, lo que representa casi un crecimiento del 15% anual. Este escenario coloca el consumo proyectado de los centros de datos de IA en niveles comparables al consumo eléctrico actual de Japón, que es uno de los países más desarrollados del mundo.
En una comparación impactante, el informe señala que, en Estados Unidos, los requerimientos eléctricos para la IA podrían superar la combinación de todo el consumo energético de sectores como la manufactura de acero, cemento, productos químicos y otros bienes que tradicionalmente demandan grandes cantidades de energía.
Uno de los puntos destacados del informe subraya que un solo centro de datos puede consumir la misma cantidad de electricidad que 100,000 hogares. Además, algunos complejos en construcción podrían llegar a consumir hasta 20 veces esta cifra, planteando preocupaciones sobre cómo gestionar este aumento exponencial.
Si bien se proyecta que solo el 50% de esta energía provendrá de fuentes renovables, la IEA mantiene que la IA tiene el potencial de mejorar la eficiencia energética en sectores como el transporte y la industria, lo que podría contribuir a la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero en otras áreas.
Sin embargo, no todo son beneficios. La acelerada adopción de la IA podría revertir los avances obtenidos en el consumo energético de economías avanzadas. La obtención de la energía más accesible para los centros de datos podría derivar en un mayor uso de plantas de gas y carbón, recursos mucho menos sostenibles.
El informe también resalta un desafío crítico en relación con el uso de recursos naturales. Los sistemas de refrigeración de los centros de datos conllevan un elevado consumo de agua, lo que podría agravar la escasez hídrica en regiones áridas.
Respecto al futuro del sector, las opiniones están divididas. Fatih Birol, director ejecutivo de la IEA, sostiene que el impacto positivo o negativo de la IA dependerá del uso que se le otorgue: “La forma en que utilicemos la inteligencia artificial definirá su impacto en el sistema energético global”. Por su parte, Claude Turmes, exministro de energía de Luxemburgo, ha cuestionado el informe por no abordar suficientemente los efectos negativos de la carga energética adicional que supone la IA.
Este informe no solo resalta los retos técnicos y medioambientales, sino también los dilemas éticos y sociales que rodean la evolución de la inteligencia artificial y su intersección con el uso de recursos planetarios. El consumo energético de un solo centro de datos puede superar al promedio combinado de 100,000 hogares, lo que enfatiza el enorme impacto que la IA tiene en las infraestructuras energéticas.