El programa Artemis de la NASA, con un financiamiento de varios miles de millones de dólares, tiene el ambicioso objetivo de no solo llevar a astronautas de vuelta a la Luna, sino también establecer las bases para operaciones mineras. China avanza en una dirección similar, catalizando una renovada carrera espacial entre empresas privadas que buscan extraer recursos lunares para vendérselos a gobiernos. Un factor motivador clave es el exorbitante costo actual del suministro de materiales desde la Tierra; por ejemplo, el costo de un litro de agua transportado a la Luna supera al del oro.
La extracción de hielo de agua en la Luna para convertirlo en hidrógeno y oxígeno podría permitir el reabastecimiento de naves espaciales, facilitando así misiones más extensas en el espacio, como hacia Marte. Además, la Luna es rica en metales raros esenciales para la tecnología moderna, como los teléfonos inteligentes, lo que podría aliviar la presión sobre las reservas terrestres de estos materiales.
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Sin embargo, la minería lunar también plantea preocupaciones visuales significativas. La extracción de materiales genera polvo, el cual puede viajar grandes distancias debido a la falta de atmósfera. Este polvo lunar, menos reflectante que el material subyacente, podría causar variaciones notables en la apariencia de la superficie lunar, con áreas apareciendo más brillantes u opacas que otras.
Desde una perspectiva legal, la propiedad de la Luna está regulada por varios tratados internacionales. El Tratado del Espacio Exterior de 1967 prohíbe cualquier reclamación nacional sobre la Luna, pero no está claro si la extracción de recursos por empresas privadas infringe esta cláusula. Por otro lado, el Tratado de la Luna de 1979, que declara los recursos lunares como "patrimonio común de la humanidad", se interpreta como una prohibición explícita de la minería comercial. Los Acuerdos Artemis de 2020 permiten la minería siempre y cuando no implique reclamaciones de propiedad sobre la Luna.
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En cuanto a las condiciones laborales, los mineros en la Luna enfrentarían desafíos extremos. Estos trabajadores podrían estar sujetos a turnos de 12 horas en ambientes extremadamente calurosos y sucios, corriendo riesgos de deshidratación y agotamiento. Los peligros para la salud incluyen pérdida de masa ósea y muscular, osteoporosis, daño renal y cardiovascular, y un sistema inmunológico comprometido. La exposición a la radiación cósmica incrementa el riesgo de diversos tipos de cáncer y afecta la fertilidad. Además, el aislamiento prolongado y el estrés psicológico súbito requerirían leyes y directrices claras para proteger su bienestar.
Otro desafío significativo es la falta de organismos reguladores en la Luna, lo que podría dejar a los mineros desprotegidos en condiciones inseguras. Es fundamental que cualquier esfuerzo de minería lunar considere tanto la seguridad y salud de los trabajadores como las repercusiones legales y éticas de tales actividades.