Tecnología

MethaneSat deja de funcionar y entorpece la vigilancia global de emisiones de metano

El satélite MethaneSat, desarrollado por el Environmental Defense Fund con apoyo de la NASA, perdió contacto el 20 de junio de 2025 tras poco más de un año en funcionamiento, afectando la capacidad mundial para monitorear las emisiones de metano desde el espacio.

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MethaneSat deja de funcionar y entorpece la vigilancia global de emisiones de metano

El satélite MethaneSat, desarrollado por el Environmental Defense Fund con apoyo de la NASA, perdió contacto el 20 de junio de 2025 tras poco más de un año en funcionamiento, afectando la capacidad mundial para monitorear las emisiones de metano desde el espacio.

La pérdida de MethaneSat representa un desafío inmediato para la detección y el control de una de las fuentes más críticas de gases de efecto invernadero.

16/7/2025

MethaneSat, lanzado en marzo de 2024, fue conceptualizado por el Environmental Defense Fund (EDF) y recibió apoyo operativo de la NASA. Su misión principal era detectar, desde la órbita terrestre, focos de emisión de metano a escala global, con énfasis en sitios de petróleo y gas, granjas y vertederos.


El metano es un gas de efecto invernadero cuya potencia supera en más de 80 veces al dióxido de carbono durante un periodo de 20 años. Desde 1750, las emisiones de metano generadas por actividades humanas han contribuido, directa e indirectamente, a aproximadamente el 60% del calentamiento global atribuido al dióxido de carbono.


MethaneSat estaba equipado con un avanzado sensor hiperespectral capaz de captar la luz reflejada por la superficie terrestre en cientos de bandas de color estrechas. Esta tecnología permitía detectar concentraciones mínimas de metano y distinguir plumas individuales que señalaban fugas específicas, algo esencial para identificar ubicaciones problemáticas que contribuyen de manera significativa al calentamiento global.


El satélite tenía la capacidad de proporcionar información con alta precisión, una resolución espacial notable y cobertura planetaria. Este alcance era particularmente valioso en regiones donde no existen los recursos para monitorear emisiones mediante sistemas aéreos regionales.


En 2021, más de 150 países firmaron un compromiso internacional para reducir en un 30% las emisiones de metano respecto a los niveles de 2020 para el año 2030. Los expertos estiman que, si se cumplen los objetivos de este acuerdo, el aumento global de temperatura podría reducirse hasta en 0,2°C para 2050.


La operación de MethaneSat se consideraba estratégica debido a que, aunque existen otros satélites capaces de recoger información sobre emisiones, estos suelen tener acceso restringido y no ofrecen la misma disponibilidad de datos para la comunidad internacional. Con la pérdida de contacto ocurrida el 20 de junio de 2025, la disponibilidad de datos abiertos y el seguimiento preciso de las fuentes de metano se ven notoriamente afectados.


Durante los poco más de 15 meses que MethaneSat permaneció operativo, contribuyó a colección sistemática de datos y mejoró la capacidad de localizar puntos críticos de emisión. Tras la interrupción de sus funciones, el avance en la identificación y cuantificación precisa de emisiones en territorios con recursos limitados para inspección ahora enfrenta un importante obstáculo.

Algo Curioso

La pérdida de MethaneSat representa un desafío inmediato para la detección y el control de una de las fuentes más críticas de gases de efecto invernadero.

Jul 16, 2025
Colglobal News

MethaneSat, lanzado en marzo de 2024, fue conceptualizado por el Environmental Defense Fund (EDF) y recibió apoyo operativo de la NASA. Su misión principal era detectar, desde la órbita terrestre, focos de emisión de metano a escala global, con énfasis en sitios de petróleo y gas, granjas y vertederos.


El metano es un gas de efecto invernadero cuya potencia supera en más de 80 veces al dióxido de carbono durante un periodo de 20 años. Desde 1750, las emisiones de metano generadas por actividades humanas han contribuido, directa e indirectamente, a aproximadamente el 60% del calentamiento global atribuido al dióxido de carbono.


MethaneSat estaba equipado con un avanzado sensor hiperespectral capaz de captar la luz reflejada por la superficie terrestre en cientos de bandas de color estrechas. Esta tecnología permitía detectar concentraciones mínimas de metano y distinguir plumas individuales que señalaban fugas específicas, algo esencial para identificar ubicaciones problemáticas que contribuyen de manera significativa al calentamiento global.


El satélite tenía la capacidad de proporcionar información con alta precisión, una resolución espacial notable y cobertura planetaria. Este alcance era particularmente valioso en regiones donde no existen los recursos para monitorear emisiones mediante sistemas aéreos regionales.


En 2021, más de 150 países firmaron un compromiso internacional para reducir en un 30% las emisiones de metano respecto a los niveles de 2020 para el año 2030. Los expertos estiman que, si se cumplen los objetivos de este acuerdo, el aumento global de temperatura podría reducirse hasta en 0,2°C para 2050.


La operación de MethaneSat se consideraba estratégica debido a que, aunque existen otros satélites capaces de recoger información sobre emisiones, estos suelen tener acceso restringido y no ofrecen la misma disponibilidad de datos para la comunidad internacional. Con la pérdida de contacto ocurrida el 20 de junio de 2025, la disponibilidad de datos abiertos y el seguimiento preciso de las fuentes de metano se ven notoriamente afectados.


Durante los poco más de 15 meses que MethaneSat permaneció operativo, contribuyó a colección sistemática de datos y mejoró la capacidad de localizar puntos críticos de emisión. Tras la interrupción de sus funciones, el avance en la identificación y cuantificación precisa de emisiones en territorios con recursos limitados para inspección ahora enfrenta un importante obstáculo.

MethaneSat, lanzado en marzo de 2024, fue conceptualizado por el Environmental Defense Fund (EDF) y recibió apoyo operativo de la NASA. Su misión principal era detectar, desde la órbita terrestre, focos de emisión de metano a escala global, con énfasis en sitios de petróleo y gas, granjas y vertederos.


El metano es un gas de efecto invernadero cuya potencia supera en más de 80 veces al dióxido de carbono durante un periodo de 20 años. Desde 1750, las emisiones de metano generadas por actividades humanas han contribuido, directa e indirectamente, a aproximadamente el 60% del calentamiento global atribuido al dióxido de carbono.


MethaneSat estaba equipado con un avanzado sensor hiperespectral capaz de captar la luz reflejada por la superficie terrestre en cientos de bandas de color estrechas. Esta tecnología permitía detectar concentraciones mínimas de metano y distinguir plumas individuales que señalaban fugas específicas, algo esencial para identificar ubicaciones problemáticas que contribuyen de manera significativa al calentamiento global.


El satélite tenía la capacidad de proporcionar información con alta precisión, una resolución espacial notable y cobertura planetaria. Este alcance era particularmente valioso en regiones donde no existen los recursos para monitorear emisiones mediante sistemas aéreos regionales.


En 2021, más de 150 países firmaron un compromiso internacional para reducir en un 30% las emisiones de metano respecto a los niveles de 2020 para el año 2030. Los expertos estiman que, si se cumplen los objetivos de este acuerdo, el aumento global de temperatura podría reducirse hasta en 0,2°C para 2050.


La operación de MethaneSat se consideraba estratégica debido a que, aunque existen otros satélites capaces de recoger información sobre emisiones, estos suelen tener acceso restringido y no ofrecen la misma disponibilidad de datos para la comunidad internacional. Con la pérdida de contacto ocurrida el 20 de junio de 2025, la disponibilidad de datos abiertos y el seguimiento preciso de las fuentes de metano se ven notoriamente afectados.


Durante los poco más de 15 meses que MethaneSat permaneció operativo, contribuyó a colección sistemática de datos y mejoró la capacidad de localizar puntos críticos de emisión. Tras la interrupción de sus funciones, el avance en la identificación y cuantificación precisa de emisiones en territorios con recursos limitados para inspección ahora enfrenta un importante obstáculo.

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